El Real Valladolid Promesas arriba al ecuador de la competición liguera situado en puestos de descenso con dieciocho puntos
Foto: Rosa M. Martín
De la mano de Rubén Albés y Toni Madrigal, con cinco fichajes nuevos, menos presupuesto para confeccionar una plantilla que debía –y debe– mantener la categoría, y un año más con el mismo césped maltrecho de Los Anexos arrancaba la pretemporada en julio el Real Valladolid Promesas.
Los cuatro primeros partidos del filial vallisoletano en su segunda temporada consecutiva en el Grupo I de la Segunda División B se saldaron con sendos empates a cero, ante Cultural Leonesa, Burgos, Guijuelo y Cacereño. El Promesas no veía portería pero tampoco encajaba goles, lo que le hizo llegar a la jornada cinco en un buen estado anímico.
El veinte de septiembre de 2015 llegaba la primera victoria de Rubén Albés al frente de su nuevo equipo. Un tres a dos en Los Anexos y ante el Tudelano en un envite loco, en el que se llegó al minuto 41 con la victoria momentánea por dos goles a cero gracias a los tantos de José pero en el que Óscar Martín recortó distancias en el 88.
Al primer triunfo le siguió la primera derrota, ante el CD Lealtad y por cinco goles a uno. El Promesas, que a medida que las jornadas pasaban se iba haciendo más fuerte en casa, volvía a la senda de la victoria frente a la SD Compostela, para luego volver a caer en su desplazamiento a tierras gallegas en el que jugó –y cayó con honor– ante el Racing de Ferrol.
La jornada nueve, última de Rubén Albés como entrenador del filial, finalizó con un nuevo empate a cero, esta vez ante el Coruxo. La era del gallego como encargado del segundo equipo blanquivioleta finalizó con once puntos sobre veintisiete posibles, con un bagaje de siete goles a favor y nueve en contra.
La marcha del gallego, ascendido al primer equipo como segundo de Portugal, marcó un antes y un después en la trayectoria del Promesas. A partir de la décima jornada, Borja Jiménez se hizo con los mandos del Real Valladolid B, debutando con una derrota por tres goles a uno en el siempre complicado El Sardinero, arreglándolo con una victoria en casa ante el Atlético Astorga.
Desde ese momento, cuatro fueron las derrotas consecutivas cosechadas por los chicos de Borja, que tanto a domicilio como ante los suyos demostraron no solo una nula capacidad de reacción, sino también que el poco gol mostrado hasta la fecha se había perdido en algún punto del camino. En esas cuatro derrotas consecutivas, el filial blanquivioleta tan solo fue capaz de perforar la portería contraria en dos ocasiones, ambas en el mismo partido.
Con ocho goles en contra y cero puntos de los últimos doce posibles se presentó el Promesas en Gijón, para medirse al filial del Sporting. Ese partido de la jornada dieciséis se convirtió en el primer triunfo del curso a domicilio y en la segunda victoria de Borja Jiménez como entrenador en Segunda B (y última hasta el momento). Tras ese encuentro, dos derrotas consecutivas ante Pontevedra y Somozas dejaron en evidencia que el Promesas no se encuentra.
En el último envite de la primera vuelta los pupilos de Borja Jiménez arrancaron un empate a cero, el sexto, ante otro filial, el del Celta, una igualada que hace que lleguen al ecuador de la competición liguera en puestos de descenso, con apenas dieciocho puntos, a dos de la salvación. La culminan, así, con tres menos de los que cabría esperar, si se fija en 42 la permanencia.
Con todo, las cuatro victorias se antojan escasas, si bien en alguno de esos seis empates a cero el filial pudo sumar más puntos, como en alguna de las derrotas cosechadas. También lo son los dieciséis goles marcados, diez menos de los encajados, que convierten a los blanquivioletas en el segundo equipo que menos marca y el séptimo que más tantos recibe.
Así, solo cabe mejorar, tras una primera vuelta bastante pobre en cuanto a resultado y que podría ser mejor en cuanto a sensaciones. Y es que si bien el Promesas ha acuciado de cuando en vez importantes bajas, también ha acusado en alguna ocasión su bisoñez o la falta de amplitud de plantilla, dado que la segunda unidad no ofrece muchas alternativas.
No en vano, lo mejor es que no está desenganchado de la permanencia, pese a estos avatares. Si los refuerzos que se esperan para este mercado invernal dan el salto de calidad esperado, se puede esperar también que, a pesar de las dificultades (que todavía quedarán por venir, seguro), el filial se salve. Ojalá.