El Real Valladolid repitió en la derrota ante el Girona algunos de los errores tácticos más frecuentes de la etapa Garitano

Decía Garitano en una de sus últimas ruedas de prensa que al Real Valladolid se le apagaban las luces en tres cuartos de campo. Eso es lo que le ha pasado al conjunto pucelano en Montilivi, donde ha cuajado el peor partido hasta ahora de la era Portugal.
Pero no solo en eso se ha parecido este equipo a aquel. Una de las cosas que hizo el técnico burgalés al llegar al banquillo pucelano fue adelantar la línea defensiva hasta casi el centro del campo. En el partido de este lunes, el equipo defendió mucho más atrás de lo habitual.
Desafortunadamente, la mejora ofrecida en los dos encuentros anteriores se ha visto frenada en seco en un pobre partido en el los pupilos de Portugal ni ofrecieron intensidad, ni juego, ni tan siquiera ocasiones, patrones fundamentales en todo equipo que tenga como objetivo ascender.
Los primeros minutos fueron un reflejo de lo que se iba a ver a lo largo del partido. El Girona, con su habitual 3-5-2, se valió de su mayor determinación e intensidad y dieron el primer aviso con un remate de Mata al palo.
Los pucelanos, con 4-2-3-1, pretendían sacar el balón jugado desde atrás, pero la presión de los locales, unido a la inferioridad pucelana en el centro del campo impedía que los visitantes, imprecisos e inseguros, consiguieran trenzar jugadas de peligro (no en vano, en la primera mitad el Real Valladolid no ha logrado tirar entre los tres palos).
El equipo carecía de ideas. Para tratar de que el equipo consiguiera combinar con más facilidad y para contrarrestar la superioridad gerundense, Óscar bajaba a recibir. Pero lejos del área contraria el salmantino, que fue duda por molestias, no ofrece su mejor versión.
Al jugar con carrileros, se presuponía que el Girona podía sufrir en banda, pero nada más lejos de la realidad. A pesar de que Hermoso y Chica trataron de incorporarse al ataque (sobre todo en la primera parte), no se logró crear peligro y tanto Alfaro como Villar pasaron desapercibidos, dejando a un combativo Diego Rubio muy solo en el ataque.
Así, los laterales realizaron un pobre partido y fueron superados continuamente por los carrileros locales. El mayor reflejo del encuentro realizado por ellos es el error de Chica en el tanto gerundense, no percatándose de la presencia en el segundo palo de Jairo, que remató a placer.
Tras el gol, el Girona se replegó y los de Portugal llegaron a tres cuartos con cierta facilidad, pero allí se les acababan las ideas. Cuando los visitantes perdían el balón se veía a un equipo partido en dos. Esto hacía que el Girona no pasara apuros y contraatacara con asiduidad (tan cómodos estaban los catalanes que consiguieron un segundo tanto aunque sería anulado correctamente por fuera de juego).
Por si fuera poco, no surtían efecto ni los cambios. Ni Samuel ni Timor ni Guzmán consiguieron aportar nada diferente y no ayudaron a cambiar el rumbo de un partido para olvidar.