Tras la derrota en Girona, el Real Valladolid vuelve a su realidad este año
Foto: Aúpa Alba
El Real Valladolid de Gaizka Garitano, y por ende el de Miguel Ángel Portugal, es un equipo de medianías. Y no solo me refiero a la posición en la tabla clasificatoria. Somos tan de ‘plebeyos’ –por Dios Santo, que se me entienda bien lo que quiero decir– que cuando parece que podemos mirar hacia arriba, nos caga la gaviota. O el pájaro que sea, el que sea más típico de Girona, por ejemplo.
Al igual que la CUP le ha dicho no a Mas, el destino le vuelve a prohibir al Real Valladolid de la temporada 2015/16 poder alzar el vuelo hasta donde ‘se supone’ que debería estar. Y es tan iterativo, tan cansino, el volver a contar lo mismo, una y otra vez, que no creo que ello levante demasiadas pasiones. No las levanta el equipo… me puedo imaginar las que pueda generar leerme a mí hablando otra vez de lo mismo.
Por eso, y para hacer ver la medianía que somos –desde un punto de vista constructivo e irónico, no nos llevemos a engaño– les contaré, sucintamente, la Nochevieja de Álvaro Rubio.
El riojano es de lo poco, por no decir lo único, que levanta orgullo vestido con la elástica blanquivioleta. Y yo, al menos contra el Girona, no he visto una falta de actitud explícita, pero es que son malos, somos malos, y punto.
Para muestra, cabe mencionar la buena temporada que están cuajando exblanquivioletas que podrán decir ahora «otros peores llegarán que bueno me harán a mí». ¿Sus nombres? Quique González, Omar Ramos, Lluís Sastre, Óscar Díaz…
El caso es que yo venía a contar la Nochevieja de nuestro capitán, más eterno porque es lo poquito que nos queda. Pues él, que siempre ha sido un profesional y un hombre sencillo, decidió pasar esa noche tan señalada en la localidad vallisoletana de Peñaflor de Hornija, al amparo, o mejor dicho, en compañía, de un gran amigo suyo. Álvaro es de los pocos que sería recibido en casa de cualquier aficionado pucelano sin ningún problema en las cenas y comidas de estas fechas. Para él siempre habrá un plato.
Y eso, de la mejor forma posible, con los amigos y seres queridos, pero de una forma sencilla, nada suntuosa, pasó Álvaro Rubio su Nochevieja. Y es que, señores, hasta la bienvenida al 2016 del emblema de esta plantilla parece de medianía. Pero como el capitán, habrá que saber disfrutar de lo que se tiene rodeados de los importantes. Será la mejor forma, ¡será nuestra fórmula!