El Real Valladolid Promesas pasó en el año que termina de salvarse con holgura en Segunda B a sufrir las causas evidentes de la justa apuesta del club por el equipo

Cuán diferente termina el 2015 para el Real Valladolid B si uno lo compara con 2014. Aquel fue el año del ascenso, del retorno a la Segunda División B después de cinco años de ausencia en la categoría de bronce, y el de la comodidad en esta, toda vez que acabó ese 2014 aupado a la séptima posición, gracias a los veintinueve puntos obtenidos.
Ha cambiado tanto… Para empezar, el banquillo. A pesar de que seguramente el futuro que le espera pasa por llegar a entrenar en Primera División, y pese a su buen curso, no hubo nadie que apostara por la continuidad de Rubén de la Barrera, buen técnico pero menos formador. Otro gallego, Rubén Albés, le relevó, y a este Borja Jiménez cuando el anterior ascendió al primer equipo como segundo de Portugal.
Tampoco el plantel es muy parecido. El bajón de calidad es evidente, como cabía esperar después de un nuevo recorte presupuestario para confeccionar la plantilla. Ninguno de los recién llegados es parangón de los Xavi Carmona, Brian, Ramiro, Ayub, Guille Andrés o Jorge Hernández.
Cierto es, la apuesta por lo de casa es mayor, como muestra el ascenso de Dani Hernández, Deve, Mario Robles, Pelayo, Adrián o Isma Casado al Promesas. Pero no hay que obviar que los ascendidos cuajaron en el pasado un curso mediocre en División de Honor. Y así, la relación causa-efecto es evidente: si se apuesta por la formación de quien aún no está preparado, la competición se resentirá. De cajón de madera de pino.
El año que concluye lo hace con una cosecha de cuarenta puntos, veintitrés en la primera mitad del año y diecisiete en esta segunda. Y con la sensación de que el filial ha ido de más a menos. Primero, porque se relajó una vez lograda la permanencia, en los últimos encuentros de la pasada temporada. Y segundo, porque tiene doce puntos menos que el año pasado a estas alturas, lo que le lleva a estar en posición de play-out.
Volviendo al plantel: seis de los once jugadores con más minutos el pasado curso no están, aunque tampoco se puede decir que estén destacando fuera. A eso se puede agarrar uno para decir que «no son/eran para tanto». Aunque tampoco los recién llegados lo están haciendo, por más que algunos estén jugando a menudo. De este modo, hasta el momento, el relevo solo se puede catalogar como decepción, liderada por Renzo Zambrano y Caye Quintana, los llamados a dar un salto de calidad hasta ahora inexistente.
Probablemente un año más la mayor decepción sea la nula apuesta que desde el club se hace por la cantera, con el agravante de que este año no había dos categorías de distancia entre los dos primeros equipos y de que el segundo maravilló a la vez que el primero decepcionaba. Lejos de dar continuidad a ese trabajo, apostando de una manera u otra por quienes llevaron al Promesas a la novena plaza y a una salvación holgada… bueno, ya saben.
En un intento de ser realistas se podría decir que aunque su renovación podría haber supuesto un freno para Ángel, Brian podría haber tenido sitio como segundo lateral izquierdo del equipo hoy entrenado por Portugal, y Guille Andrés difícilmente habría empeorado al inédito Erick Moreno. Y apostando decididamente, quizá Ayub podría madurar hasta convertirse en el jugador que, por condiciones, debería.
Sigamos con el realismo: los demás, por distintas razones, quizá no cupieran. Y, siendo honestos con la realidad, también hay cosas buenas. Como los partidos disputados por Julio, aunque provengan de una carambola. O los jugados por el citado Ángel. O aquellos que han venido sumando juveniles o jugadores en formación con el propio filial.
Con todo, se podría valorar 2015 como un buen año, aunque en franco descenso. Comenzó muy bien, llegado el ecuador fue bueno y, en su final, regular tirando a malo. Al 2016 solo cabe pedirle que aunque no sea igual, por lo menos se le acerque, lo suficiente para que el Promesas se salve. Y que si alguien se lo merece, que se apueste. Algo que, en el año que acaba, no ha sucedido del todo.