El Real Valladolid se impone al Albacete en un partido en el que fue mejor durante los primeros sesenta minutos y en el que terminó con el culo metido en el área

Póngase la siguiente afirmación en el conveniente del encuentro: el Real Valladolid dio ante el Albacete dos pasos adelante y uno hacia atrás. Venció, que, llegados a este punto, era una obligación, sea cual sea el objetivo. Y lo hizo sufriendo, de una manera de la cual también vale. Después de saber aprovechar las propias virtudes y las concesiones del rival durante los primeros sesenta minutos.
Quizá haya quien otorgue al sufrimiento un sentido positivo. No se engañe, es así por el resultadismo. De no ser el signo del envite una victoria, meter el culo en el área sería visto de un modo negativo. Siendo honestos, empero, hay que reconocer en el triunfo un avance. Aunque pueda resultar un contrasentido por ser esta conclusión, también, un tanto resultadista.
En fin; la cuestión es que el Real Valladolid sigue sin hacer un partido completo, pero por lo menos dio signos de que quizá en adelante pueda hacerlo. Por esa hora inicial que decíamos. Fue más inteligente que intenso en la presión de la salida del balón rival y más cerebral que mandón con el esférico en los pies. Dominó, en la primera mitad, más por condición que por convicción.
Frente a un Albacete muy abierto y que normalmente dejaba jugar, los blanquivioletas empezaron con mucha actividad del centro del campo en adelante, y así, en los primeros cinco minutos llegaron dos ocasiones, que marraron Óscar y Rodri. El primero mandó demasiado alto un envío directo de Chica, mientras que el segundo encontró la red poco después, en una acción invalidada por una infracción de Marcelo Silva.
Aunque la batalla se libraba en posiciones intermedias, los dos equipos buscaban volar por los costados, los unos tratando de aprovechar las subidas de Hermoso para percutir con Portu a su espalda y los otros con Juan Villar por la derecha, desequilibrante, como siempre. Así, Kepa tuvo que evitar el gol del primero tras un fallo grosero de Samuel y Juan Carlos el de Villar, después de un buen pase de Óscar.
Si bien los dos se discutían la posesión, se puede decir que si alguien dominó fue el equipo de Miguel Ángel Portugal, ya que es el que fue capaz de persistir a la hora de llevar peligro a la puerta enemiga, a la vez que no sufría atrás, gracias a un inconmensurable Marcelo Silva, genial en el cruce y en el corte de lo que era suyo y de lo que no, pues en más de una ocasión tuvo que corregir a Samuel.
En la franja ancha, André Leão resultaba indetectable, el compañero ideal para un Álvaro Rubio más dinámico, primero de los dos en salir a la presión y, sin embargo, también encargado de arrojar luz a la tenencia de balón. Como además frecuentaba de espacios, mezcló bien con un Óscar, como casi siempre, intermitente, pero que en cada contacto rompía o percutía las líneas rivales.
Después de unos minutos de discusión, en el tramo final del primer periodo volvieron a aparecer las ocasiones del Real Valladolid, gracias a la buena presión ejercita sobre la salida. De esta manera conseguiría Alejandro Alfaro poner un buen balón sobre la cabeza de Rodri, que remató alto, y llegaría el gol, tras un robo de Mario Hermoso y un portentoso centro para el testarazo de Villar a la jaula.
El tanto vino a premiar el buen hacer vallisoletano, toda vez que los visitantes jugaron y generaron más y mejores cosas. Sin ser cómodo el triunfo, por aquello de ser por la mínima y porque los manchegos también tuvieron algo el balón, el Real Valladolid, centrado y sin enredos, parecía volver a ser el que mereció sacar más que un punto en el global de los últimos nueve disputados.
Tras el entretiempo, así siguió… durante un rato. Juan Villar volvió a ser protagonista, en una acción que desbarató Juan Carlos y a cuyo rechazo no llegó Alejandro Alfaro y en otra en la que fue un pelín individualista, o como poco en la que erró en el pase, ya que ya fuera lo suyo un centro o un chut, se equivocó, cuando Óscar González venía por detrás.
La alta producción ofensiva duró hasta que se cumplió la hora de encuentro, momento exacto en el que Luis César Sampedro dio un giro argumental con una doble cambio que permitió al Albacete dominar hasta el final. Alfaro y Rodri, otra vez, pudieron poner tierra de por medio, pero no. Y como siempre hay algún fantasma…
Leão se marchó, dolorido por una entrada de Paredes, y entró por él un Pedro Tiba incapaz de ayudar y contener al centro del campo manchego, creciente. Aunque fue a más, conviene decir que no fue suficiente siquiera para que el agobio terminara de convertirse en riesgo de empate. Jona marró una franca ocasión en el setenta… y hasta ahí.
Los nervios jugaron una mala pasada a Miguel Ángel Portugal, que fue expulsado al confundir al molino que tenía enfrente con un monstruo. No fue el arbitraje ni determinante ni influyente en el devenir del envite, pues Paredes sufrió la falta de Marcelo en el conato de gol inicial y su entrada al ‘León de Freamunde’, pudiendo ser interpretada de roja, no pareció para tanto. Sin su director técnico en la banda, fue Albés quien debía evitar que el equipo metiera el culo en el área, sin éxito.
Aguantaron los blanquivioletas las acometidas albaceteñas sin que Kepa debiera emplearse a fondo en demasiadas ocasiones. Como el rival también juega y el miedo es lícito, el Pucela temió no ganar y acabó parapetado en su mitad del terreno de juego, pero ayudó Timor al fortalecimiento en labores defensivas y el triunfo no se escapó.
El paso atrás dado en esa media hora es más corto que el que se dio en la primera. La victoria, mientras tanto, permite que el Real Valladolid se aloje un poquito más arriba en la tabla, con veintiún puntos, tres sobre el descenso y, bueno, y cinco de desventaja con el play-off. Para empezar a mirar de verdad a esa mitad alta de la clasificación es obligado ganar al Tenerife el próximo domingo.