Xurxo Gómez, director del portal granate Hai Que Roelo, analiza al Pontevedra CF, próximo rival del Real Valladolid Promesas

Es verdad que aún queda más de media temporada. Pero también lo es que, en verano, nadie hubiese previsto que el Pontevedra CF estaría donde está a estas alturas. Quinto clasificado, con veintitrés de los últimos treinta puntos conseguidos, el equipo granate camina con paso firme hacia la salvación, su único objetivo a principio de curso.
Seis años en Primera División y nueve en Segunda avalan la historia de una entidad venida a menos en los últimos años que parece que comienza a volver por sus fueros. La mítica época del glorioso ‘Hai Que Roelo’ es irrepetible, aunque parece que al menos, el Pontevedra está volviendo por sus fueros.
Tras una crisis económica de la que ya se ha pasado lo peor y cuatro años en el infierno de Tercera, la escuadra gallega volvió a dar el salto a la Segunda B, su pozo particular. Ese que con tanta ansiedad deseaba abandonar hace apenas un lustro y que este último trienio ha vuelto a echarse de menos por la ribera del Lérez. «Igual resulta que no estábamos tan mal», se lamentaba la castigada afición granate mientras veía a su equipo pasearse sin demasiada gloria por los campos de la primera categoría del fútbol regional.
Pero, como decimos, el pasado veintisiete de junio, el Pontevedra recuperó su sitio en la división de bronce. Esa de la que hasta hace no tanto era decano. Y, ahora, no busca otra cosa que volver a asentarse para, en un futuro, una vez recompuesta totalmente la situación monetaria, mirar de nuevo hacia arriba. Nadie esconde que la Segunda B es poco para los pontevedreses, aunque ningún lugareño exige de momento más que evitar el descenso.
Sin embargo, ante la buena marcha del equipo, nadie le puede quitar la ilusión a una hinchada muy necesitada de alegrías. El Pontevedra está a día de hoy a tan solo un punto de play-off. Y además, con total merecimiento. Luisito, llegado hace apenas un año, supo reconducir mental y futbolísticamente a la institución hacia el triunfo. Tesón, empuje, garra. En definitiva, trabajo.
La cultura del esfuerzo se ha impuesto en Pasarón. Lo agradece la afición y lo agradecen unos futbolistas que están dando su mejor versión. Y es que si por algo destaca el cuadro pontevedrés es por el enorme ritmo que trata de imprimirle a los partidos.
El técnico propone una presión alta asfixiante para recuperar balón y luego, un fútbol dinámico y vertical. No se busca la elaboración sosegada, pero tampoco el juego directo. La premisa está clara: jugar con velocidad y por bandas para llegar rápido a la meta rival.
Y ciertamente, lo está consiguiendo. Después de un inicio dubitativo, el Pontevedra es hoy por hoy uno de los equipos más en forma de la categoría. Los granates no anotan demasiados tantos, aunque los rentabilizan debido a su buena capacidad defensiva.
El poder para no conceder ocasiones radica en el conjunto, aunque no conviene dejar de citar el buen hacer de Edu en la portería. Zamora dos años consecutivos en el Grupo I de Tercera, el salto a Segunda B ha supuesto su confirmación como portero de garantías y de futuro.
En defensa, destaca el cacique Campillo. Un central no demasiado alto pero expeditivo por alto y al corte. Él es indiscutible al que acompañan o bien el veterano Capi, o bien los jóvenes Pablo (lesionado el pasado fin de semana), o Bruno. Los laterales, de momento, son cotos vedados por el correoso Adrián Gómez y el alegre Ramón Verdú, una de las armas ofensivas del equipo.
Mientras, en el centro del campo, destaca el incombustible Kevin Presa. La perla. Juega con 21 años como si tuviese 31. A su enorme capacidad física une carácter, lectura táctica y un dominio de balón al alza. Él es el corazón granate.
Los pulmones eran cosa de Álex Fernández, pero el todoterreno ourensano, una de las sorpresas agradables de la campaña, estará dos meses de baja por una importante rotura de fibras. Su lugar natural lo podría ocupar el espartano Pedro García, todo potencia y brega, o bien el estilista Queijeiro, llegado del Depor B para llevar la manija, aunque, por el momento, sin demasiadas oportunidades.
No obstante, si hay alguien encargado de dirigir al Pontevedra ese es, a día de hoy, Adrián Mouriño, un futbolista dinámico capaz de moverse por cualquier zona de la mediapunta. Movilidad, técnica y golpeo de balón en solo uno.
A él le suele acompañar siempre el escurridizo Jandrín. El extremo procedente del Avilés aporta por la banda derecha una enorme profundidad gracias a su bien entendida y constante volatilidad. El conjunto agradece mucho sus desmarques, que casan de una manera perfecta con Borjas Martín, actual pichichi.
El delantero canario, llegado este pasado verano procedente del Atlético Astorga, combina partidos como principal referencia con otros en los que acompaña a un punta más fijo o tipo como Pablo Carnero. Juntos, dan a los lerezanos unas enormes posibilidades por sus características opuestas.
Borjas es brega, hambre y velocidad. Un atacante completísimo que domina prácticamente todos los registros del juego y que casa a la perfección con la potencia estática de Carnero, capaz de dominar el cuero, hacer jugar a los demáspor su capacidad de pase y también erigirse como un rematador de área. No en vano, lleva siendo el máximo goleador del equipo los dos últimos años.
Como eventuales acicates a este 4-4-2 que Luisito viene empleando últimamente se encuentran Jacobo o Anxo. Ambos zurdos y con capacidad para jugar pegados a la cal, pero muy diferentes.
Jacobo es mediapunta nato, todo talento. Su concurso está en duda porque viene arrastrando molestias musculares que le han impedido jugar con regularidad. Mientras, Anxo es su antítesis. Capaz de lo mejor y de lo peor, Luisito lo utiliza casi siempre como revulsivo por su enorme velocidad. En espacios abiertos, el extremo de la Ría de Arosa es imparable si echa a correr.
Así llega al choque contra el Real Valladolid B un Pontevedra forjado con el carácter de Luisito. El técnico coruñés ha sabido imprimir sus características a un equipo que parece haber recuperado, al menos, el espíritu de aquel del ‘Hai Que Roelo’. El que quiera ganar al Pontevedra, deberá sudar sangre. Como en aquellos años. De hecho, los granates no han perdido ningún partido por más de un tanto de diferencia, signo de que siempre compiten. Un hueso duro espera al Promesas.