El Real Valladolid anda obcecado en recurrir la segunda amarilla que vio Marcelo Silva ante Osasuna, aun cuando seguramente tenga poco que ganar

El Real Valladolid anda enfrascado en una nueva batalla con la justicia para evitar algo que parece inevitable: la sanción a Marcelo Silva por la expulsión ante Osasuna. Después de un primer recurso, ante el Comité de Competición, ha interpuesto un segundo, ante el de Apelación. No conforme con ello, la entidad blanquivioleta agotará «los caminos le ofrece la justicia deportiva» con un recurso «ante el Tribunal Administrativo del Deporte, que fallará en la tarde de este viernes».
La controversia viene de la acción que provoca la segunda cartulina amarilla, en el minuto 48 del citado encuentro. El acta dice que el central charrúa «fue amonestado por golpear a un adversario con el brazo, de manera temeraria, en la disputa de un balón aéreo».
No se ha hecho público el contenido del recurso primero interpuesto por el club, pero este mismo ha hecho público que el Comité de Competición, en su fallo, explica que, a su modo de ver, «del examen de las imágenes se desprende una acción antirreglamentaria de Marcelo Silva, compatible con la descripción de los hechos que se refleja en el acta arbitral y, por ende, merecedora de la segunda amonestación objeto de impugnación».
La acción, en movimiento, puede verse AQUÍ. Debajo se adjunta la secuencia en distintas capturas:
Después de ver las anteriores imágenes, se puede discutir que Marcelo Silva se apoya en el hombro de, jugador osasunista, y no le golpea. Esta discusión, sin embargo, la zanja Competición con lo anteriormente comentado. Y, dejando los colores a un lado, puede entenderse así si uno tiene en cuenta que el brazo del zaguero va por delante y que, en movimiento, o sobre todo en directo, el dinamismo puede dar puede dar sensación de golpeo.
Ciertamente, ambos jugadores saltan con los brazos extendidos. El que la extremidad del uruguayo se encuentre por delante puede considerarse fruto de la colocación de cada uno y del intento de imponerse en la disputa. Ahora bien: hay que remontarse a las directrices FIFA para la presente temporada para entender el porqué de la «temeridad» de la acción.
Dicen estas indicaciones a los árbitros, extensibles y extendidas por cuestiones obvias a los que se rigen por la RFEF, que un jugador obra de manera temeraria cuando «realiza la acción sin tener en cuenta el riesgo o las consecuencias para al adversario». No cabe aquí una verdad absoluta; es interpretable y, por tanto, subjetivo y dependiente del criterio del árbitro.
Llegados a este punto, conviene tirar de hemeroteca. En octubre de 2012, este mismo portal publicó un artículo que explicaba el espíritu de esta sanción, extraído de las reuniones mantenidas por el colectivo arbitral durante el verano anterior en Santander.
«… conviene seguir sancionando todas aquellas conductas que en los saltos o disputas los jugadores lo hacen de forma temeraria, con el fin de intimidar al adversario e impedir de esta forma que dispute el balón con libertad de movimiento. Del mismo modo, en este tipo de conductas, cuando el jugador utilice los brazos como una herramienta golpeando al adversario, la sanción debe ser de tarjeta roja»
A priori, estas líneas pueden no decir nada… o sí, pues determinan que se ha de castigar la intimidación y el impedimento de disputar el balón con libertad de movimiento, algo que, como se puede volver a comprobar, hizo Marcelo Silva al colocar el brazo por delante de su adversario.
Por aquel entonces, hace algo más de tres años, Manucho fue sancionado tras ser expulsado ante el Málaga. Después de varios recursos, tuvo que cumplir un partido como pena por su pugna con Weligton. Iglesias Villanueva le sacó la segunda cartulina amarilla por «impactar con el brazo extendido en la cabeza de un adversario». Como ahora, el Real Valladolid hizo todo por dejar esa sanción sin efecto, sin éxito.
Cuando aquello sucedió, desde la Avenida Mundial 82 se apeló a un «error manifiesto» que pasaba por tratar de determinar que el delantero angoleño no había impactado con el central brasileño con la extremidad, sino con el hombro, y ni por esas. Por lo tanto, parece difícil que ahora el recurso prospere en las últimas instancias, que ya entonces, en un caso similar, hicieron caso omiso a la petición del Pucela.
Llegados a este punto, cabe preguntarse la razón por la cual el Real Valladolid insiste. La primera respuesta, la más lógica, es que lo hace porque considera que es «lo más justo», aun cuando la norma y las directrices que llaman a su interpretación invitan a pensar lo contrario. Puede relacionarse, también, con una llamada a la desesperación, a sabiendas de que Portugal contará solo con un central natural para la visita a Lugo. Por último –ojalá que no–, puede ser también un mero empecinamiento en el cual se seguiría la teoría de que los molinos son monstruos, en cuyo caso se haría un flaco favor, pues no hay nada peor que se queja del afán recaudatorio de las multas de tráfico cuando ha sido pillado conduciendo a 160.