El Real Valladolid acusa ante el Logroñés un único fallo y cae derrotado por primera vez esta temporada en Los Anexos

Cuentan las crónicas de aquel día que cuando Diego El Cigala perdió a su compañera, dio en Los Ángeles su concierto más sentido, más recogido. Horas después del deceso y porque tocaba. Y algo parecido pasa este fin de semana; toca, pero apetecer apetece poco, por exabrupto que parezca, por la distancia que separa París de Valladolid.
Habría que revisar el repertorio de aquella noche para comprobar si el artista cantó entonces ‘Como quien pierde una estrella’, una de tantas famosas, que cantó una vez con el mexicano Alejandro Fernández. La que seguro que no introdujo fue ‘Tantita pena’, del cantante centroamericano, aunque podría. Esa guitarra española dibuja algo y desgarra tanto que se asemeja al flamenco; sentío.
Que no se malinterprete a quien escribe: en ningún momento se pretende equiparar estas dolorosísimas pérdidas con el fútbol. Pero lo cierto es que son tantitas las penas que este deja a veces… Y si no que se lo digan al Real Valladolid Promesas, que acumuló tantas ante la Unión Deportiva Logroñés que bien pudo proferir un quejío, un lamento, ya fuera acompañado o no del luto al que suena un cajón.
Guardado el obligado minuto de silencio por las víctimas de los atentados de París, rodó el esférico y comenzó el fútbol, la cosa más importante de las menos importantes, que diría Valdano. El esparcimiento… que de poco sirvió a la afición local en los primeros 45 minutos. Porque el filial, atenazado, encogido por la presión y fuerza del Logroñés, ofreció poca distracción, si por ello se entiende fútbol combinativo.
Los riojanos, con la lección sabida, intentaron evitar que el Promesas pudiera trenzar desde atrás jugando colocando a sus hombres de ataque casi en una gran altura a la hora de presionar, prácticamente como si jugaran con dos puntas. No solo eso, sino que fueron intensos en esa presión, lo que provocó que, apenas transcurridos diez minutos, se pusieran por delante al aprovechar un grave error local.
Cristian se vio obligado a ceder a Sergio –cancerbero del División de Honor titular obligado ante las bajas de Julio y Dani–, que realizó un mal control y, a la hora de ir a despejar, se topó con Carlos Fernández, autor, mitad queriendo y mitad sin querer, del cero a uno. El fallo y el tanto asustaron tanto a los blanquivioletas que, en adelante, la manera que encontraron de sesasirse fue soltando pelotazos largos, poco efectivos ante un rival con mayor físico.
Si el gol fue la primera pena y el patadón a seguir la segunda, la tercera fue el disparo al palo de Toni a la media hora, en una falta lejana. La cuarta, que de ninguna de las maneras aparecía la media, y cuando lo hacía, era incapaz de ponerse a jugar. Así, la buena disposición en zonas interiores del Logroñés fue capaz de anular el dinamismo de Anuar y de secar a Zambrano.
En ataque, los de Pouso no es que se esmeraran demasiado. Su mejor ataque fue una buena defensa, volteando el tópico, ya que la manera que encontraron de seguir amedrentando a los vallisoletanos fue insistiendo en lo que les trajo el gol. Una nueva intentona de Carlos Fernández, incombustible, después de un buen servicio de Titi, omnipresente en el primer periodo, fue lo más reseñable.
Otra vez, el Promesas cambió después del descanso, al contrario que siete días atrás, sin necesidad de introducir permuta alguna. Lo hizo ‘solo’ creyendo, que se podía, rasear el balón y, con ello, quizá, puntuar. De pronto, Renzo mostró personalidad, algo pocas veces visto con anterioridad, y el balón empezó a fluir, como reguero de agua en el campo, entre los pies de los blanquivioletas.
Su quinta pena fue que el colegiado del encuentro no decretó una posible pena máxima por mano de uno de los centrales logroñeses. La sexta, que las ocasiones no se sucedieron con la regularidad que habrían querido, o no al menos lo suficientemente claras como para que llegara el gol. De hecho, quizá las anteriores al tiempo de asueto, de Zambrano y de Toni, en el presagio del fútbol combinativo que luego vendría, fueron más francas.
No en vano, hubo alguna que otra oportunidad, tímida, véase un disparo de Caye Quintana que repelió Miguel Martínez en el minuto 68. Cuando este se produjo, Carlos Fernández, otra vez con un buen centro de Titi, había tenido la posibilidad de hacer el cero a dos, a puerta vacía, hecho que se repitió más tarde, cuando intentó picar el balón sobre un atento Sergio.
Esta fue la séptima pena. La octava, que Villa Maestre no vio el manotazo de Borja García a Caye Quintana, que seguramente le habría supuesto la expulsión. La novena, aunque guarde relación, que respondió esta acción al juego excesivamente intenso que emplearon los de Pouso en la segunda mitad, en el último tramo, unido a ese ‘otro fútbol’ de pérdidas varias de tiempo. Y la décima, que tampoco Dani Vega fue capaz de alojar el balón en la red en un disparo que se fue a las manos del meta rival.
En los minutos finales Borja Jiménez volvió a algo parecido al once de Aranda, dando entrada a Royo en el lateral y adelantando a Ángel para que hiciera daño por el costado zurdo, yéndose Toni definitivamente a posiciones interiores. Si no funcionó –undécima pena– no fue porque el filial no lo intentara: acabó encimando tanto, y tan bien, que encerró al Logroñés en un cuarto de campo.
La duodécima y última pena fue que, pese a intentarlo y merecerlo, el Promesas no encontró el premio del gol que le habría servido para puntuar. Lo tuvo Manel Royo, en un remate que salvó bajo los palos Miguel Martínez a la salida de un córner, pero en el pecado –la primera pena; el error en el gol visitante– estuvo la penitencia –las once de más y el irse de vacío.
Si uno se reservara una posdata, o un ‘bonus track’, destacaría como lastimosa otra cuestión: que el filial blanquivioleta volvió a competir, y sin embargo, de nada sirvió. Es algo así como la canción invitada en el repertorio, la que los rivales «piden» aunque al cantante le provoque ya hastío, como a James Blunt aquel ‘You are beautiful’.
Contradiciendo a este final, el Real Valladolid Promesas entra en una situación, digamos, fea, pues esta derrota –la primera en Los Anexos esta temporada– le impide pasar de las catorce unidades, lo que, en función de los resultados que se den en el resto de la jornada, podría acabar con sus huesos en el descenso o en el play-out. La siguiente cita, en la que los de Borja Jiménez han de cambiar tantitas penas por alegrías, será ante el Peña Sport, en Tafalla, el próximo domingo a partir de las cinco menos cuarto de la tarde.
Real Valladolid Promesas: Sergio; Deve, Cristian, Iván Casado (Mario, min. 88), Ángel; Anuar (Espinar, min. 63), Zambrano; Mayoral, Dani Vega (Royo, min. 82), Toni; y Caye Quintana.
UD Logroñes: Miguel Martínez; Miguel Santos, Julio Rico, Borja García, Jaime Paredes; Jacobo Trigo, Adrián León; Titi (Iker Alegre, min. 69), Chevi, Milla (Joel Valencia, min. 57); y Carlos Fernández (Jordan, min. 86).
Árbitro: Villa Maestre (C.T. Extremeño). Amonestó a los locales Deve, Ángel, Caye Quintana y Mayoral y a los visitantes Miguel Santos, Paredes, Chevi y Jacobo Trigo.
Goles: 0-1, min. 10: Carlos Fernández.
Incidencias: Partido correspondiente a la jornada 13ª del Grupo I de 2ª B disputado en los Anexos al Estadio José Zorrilla en tarde soleada y ante unos 500 espectadores.