El nuevo técnico del Real Valladolid Promesas no se pudo sentar en el banquillo en su estreno debido a un problema en el trámite de su ficha
En su primera rueda de prensa como entrenador del Real Valladolid Promesas, Borja Jiménez dijo que El Sardinero era el escenario «con el que cualquiera soñaría» para debutar como técnico. Sin embargo, el sueño se volvió desvelo a la hora de la verdad.
Para empezar, porque no pudo dirigir al equipo desde el banquillo, una situación que no pareció presagiar el calentamiento de sus nuevos pupilos, teniendo en cuenta que se le vio pisar el césped dialogando con Cata, coordinador de las categorías inferiores del club, y que se retiró del tapiz cuando ellos lo hicieron.
Como reconocería después en su comparecencia ante los medios de comunicación, esta situación se dio por un problema con su licencia federativa, que le obligó a dar las pertinentes indicaciones desde la grada, haciendo las veces de vocero el preparador físico.
Toni Madrigal se encargó de dirigir al equipo, no sin los casi obligados problemas con el trío arbitral. Ya en los primeros minutos de encuentro, el primer asistente le advirtió de que su conducta no era la apropiada, puesto que venía dando órdenes en la zona técnica como si del entrenador se tratara. Fue advertido por el linier y adoptó una postura intermedia, la de dirigir de pie, fuera del banquillo –en El Sardinero está ‘soterrado’, aunque sin pisar el área técnica.
Esto no evitó dos advertencias más, la segunda, del colegiado, y la posterior expulsión. Entretanto, Borja Jiménez y Madrigal se comunicaban de cuando en vez con el segundo girado hacia la grada, lo que provocó el desconcierto en El Sardinero y en los medios locales. «¿Quién es el que da las órdenes? ¿Dónde está el entrenador? ¿Por qué no se levanta?». Con el paso de los minutos, todos fueron comprendiendo la situación.
El descanso rompió los mejores minutos del Promesas, tras los cuales se volvió a ver a Jiménez sobre el verde, cuando ambos equipos salían en la reanudación, dando indicaciones a José, hasta entonces, y sobre todo después, uno de los blanquivioletas –esta vez morados– más activos. Después de una buena jugada interior, que contó con la connivencia de una zaga pasiva, el filial empató, y luego siguió creciendo.
Hasta que, en dos envíos frontales, volvió a mostrar problemas defensivos y el Racing, despertado por ‘La Gradona’, volvió a meterse en el partido. Borja gritó «¡Pelayo!», con el fin de que entrara e intentara ayudar en la recuperación del centro del campo, parcela perdida no tanto porque fuera el Racing un dechado de virtudes ahí como porque la circulación por bajo había desaparecido. Pero ‘Pela’ entró casi sin calentar y no pudo cumplir con su cometido.
Para entonces, El Sardinero ya sabía qué estaba pasando detrás del banquillo rival, y pasó a afearle la conducta. Lo importante, sin embargo, no fue eso, sino que, en un lapso de dos minutos, Manel Royo vio dos amarillas y Toni Madrigal, entonces sí, fue expulsado. El Promesas se quedó en inferioridad en el césped y mudo en el banco. Deve entró para recomponer la zaga, pero se despistó en la marca en su primera acción, el filial encajó el segundo y se agrietó.
La sensación que dejaron los últimos minutos fue de que por esa grieta pudo entrar mucha más agua de haber quedado más tiempo, pues al segundo le siguió el tercero y no hubo un cuarto de casualidad. Y aun así, no se puede decir que el filial cuajó un mal partido en Santander, porque no fue así.
Sí se puede afirmar, empero, que a Jiménez le queda mucho por trabajar, como sucedía ya con Albés; no porque el equipo no compita, sino porque debe seguir creciendo, madurando. El Promesas, con su nuevo técnico, ha de seguir trabajando para depurar errores, que los hay, y de cierta relevancia.
Contra equipos que emplean juego directo, el Real Valladolid B termina por conceder multitud de ocasiones. Por el contrario, a veces produce bastante, otras veces bastante bien y otras –por ahora las menos– crea una buena cantidad de oportunidades de gol de calidad, y sin embargo no acaba de definir. Y además, en las dos ocasiones en las que ha jugado con inferioridad se ha deshecho.
Una vez se ha superado el ‘disturbio’ de la pasada semana, ya a sabiendas de que Borja Jiménez dirigirá al filial hasta que acabe el curso, esta semana debe servir para seguir afianzando las fortalezas y corregir las debilidades. El camino, aunque pedregoso, por lo visto hasta ahora, parece el adecuado. Sin embargo, parafraseando a Machado, ha de terminar de hacerse bueno al andar. A poder ser, desde este domingo ante el Atlético Astorga, a priori, verdadero y definitivo debut del nuevo técnico.