El nuevo entrenador del filial del Real Valladolid aboga por una línea continuista para conseguir alcanzar los objetivos formativos y de competición propuestos

Con una sonrisa de oreja a oreja que le delataba. Así compareció Borja Jiménez por primera vez en la sala de prensa del Nuevo José Zorrilla. Sabedor de que hacerse cargo del banquillo del Real Valladolid Promesas es una experiencia «llamativa que a cualquier entrenador le gustaría».
A él le llega tras «tres meses trabajando para la casa», convertido «desde el primer día en hombre de club». «Con muchas ganas y muy ilusionado con el nuevo reto», después de que el club estimase que era «la persona adecuada para el cambio».
Aunque su nombramiento ha sorprendido, lo cierto es que, pese a su juventud –tiene treinta años, como Rubén Albés–, cuenta ya con cierta experiencia en los banquillos. «Entro en una situación parecida a la que viví hace tres años en Ávila, en un equipo que había empezado a andar», afirmó, descartando sufrir vértigo.
«Aquella experiencia fue muy buena», confirmó en su comparecencia pública Jiménez, a la vez que explicó que tiene «la misma ilusión y confianza en que va a llegar a buen puerto». Con todo, su etapa en el primer banquillo abulense, después de un primer año bueno, en el que entraron en play-off de ascenso a Segunda B, no fue un camino de rosas. «Las expectativas eran muy altas y sufrimos un año complicado [por el segundo]. El club entró en concurso de acreedores, había jugadores que se desplazaban allí y no cobraban y por ello fue un vestuario complicado, pero yo siempre digo que lo que vivimos aquel año fue como un máster», aseveró.
Su debut será este domingo a partir de las cinco de la tarde, nada menos que en El Sardinero, ante el Real Racing Club, un equipo que ya conoce, ya que «lo había analizado» como parte de sus quehaceres dentro de la secretaría técnica. A su modo de ver, será «el escenario perfecto para ir hacia arriba; un campo que hace ocho o nueve años era de competiciones europeas». Hoy en horas bajas, no obsta para que el Racing sea una buena primera piedra de toque, ilusionante, «con la que cualquiera que se quiera dedicar a esto sueña».

Foto: Alba Oliveros
Línea continuista
Aunque venía dirigiendo al Cadete Regional, a Borja Jiménez no le es ajeno el trabajo que se venía haciendo en el filial, toda vez que «venía trabajando con Rubén Albés desde el inicio, con análisis de rivales», como en el caso del citado Racing, por lo que estaba «metido desde el primer día».
Y además, comparte la línea de lo que se venía haciendo, a lo que espera dar continuidad; esto es: que el equipo «intente ser capaz de dominar los partidos y de tener una buena asociación con la pelota». «Somos un filial y tenemos los objetivos de mantener la categoría, hacer fútbol bonito, hacer goles… lo que se le pide a un filial. Y, por supuesto, terminar de formar a los jugadores para que lleguen al primer equipo», aseveró.
Destacó la importancia de no encajar gol «en una categoría como la Segunda B, en la que cualquier acción determinante» y explicó que espera «mejorar de cara a puerta en el aspecto de que entren las ocasiones; el equipo ha tenido días mejores y días peores, pero últimamente ha tenido una dinámica de hacer goles y siempre la opción de ganar«. Algo que espera hacer, si puede ser, desde ya, desde este mismo domingo.
En su primera toma de contacto con la plantilla, vio a un equipo «con ganas de conocer quién iba a ser su entrenador» y, después de esa primera sesión, se mostró «bastante contento con la actitud» de sus nuevos jugadores, quienes han vivido también una situación de incertidumbre desde que se anunció que Rubén Albés sería el segundo entrenador de Miguel Ángel Portugal y, por lo tanto, tendrían un nuevo director técnico.
Y es que así fue la situación, incierta. Aunque Braulio Vázquez comentó el miércoles en la presentación de Portugal que «seguramente» esa misma tarde se conocería al nuevo entrenador del filial, se acabó demorando algo más de lo previsto. Esa misma tarde, Juan Carlos Pereira, míster del Juvenil División de Honor, rechazó hacerse con las riendas, debido, entre otros factores, a que le impedía compatibilizar ese trabajo con su labor en la Residencia.
Borja Jiménez reconoció que aunque estaba al corriente «desde principios de semana» de los movimientos que se estaban dando, dado su trabajo en la secretaría técnica –realizaba trabajos de scouting de jugadores de Castilla y León en formación–, no fue hasta la mañana de este jueves cuando hablaron con él. «En cuanto me lo comentaron, acepté», concluyó el ya nuevo entrenador del Real Valladolid Promesas.