El Real Valladolid no acumulaba cinco partidos sin ganar en Segunda desde la temporada 2010/11, en la que la marcha de Gómez y la llegada de Abel Resino dejaron siete choques sin victoria

Semana tras semana, el dolor de cabeza parece repetirse para los aficionados del Real Valladolid. Otro partido más, otra hecatombe más, otra decepción más. Cinco semanas consecutivas sin conocer la victoria, unos números desastrosos para todo un aspirante al ascenso directo a la Liga de las Estrellas, o al menos eso se decía a principio de temporada.
Y es que lo que parecía hace no muchas semanas que podía ser un sueño, finalmente ha terminado por tornarse en pesadilla. Ni siquiera Rubi el año pasado, en un intento frustrado de ascenso, consiguió la mala dicha de encadenar más de cuatro partidos seguidos sin conocer la victoria. Pero, ¿desde hace cuánto que el Pucela no se encontraba en una peor? No hace falta arrastrarse demasiado tiempo atrás.
Por desgracia para el aficionado blanquivioleta, el hecho de que el equipo se haya vuelto un club ascensor implica que a veces toquen temporadas de sequía, también en Segunda División. Y es en ese momento cuando llegan las decepciones, los «este equipo debería ganar siempre si quiere ascender». La cuestión es que la máquina del tiempo nos lleva a la temporada 2010/11.
¿La recuerdan? Seguro que sí. No ha llovido tanto. Antonio Gómez, que acababa de abandonar el puesto de segundo entrenador de Rafael Benítez en el Liverpool, probaba suerte en España, más concretamente en Valladolid. El objetivo, el ascenso tras una caída a los infiernos que no pudo evitar Javier Clemente un año atrás.
La cuestión es que catorce, solo catorce, jornadas después, Gómez había cosechado unos resultados poco propios de un equipo que aspiraba a quedar primero o segundo. Seis victorias, tres empates y cinco derrotas, con algunas tan dolorosas como un 4-0 en Xerez o un 3-0 en Vallecas. Precisamente sería ese 4-0 en Chapín con el que comenzaría la maldición. Un 0-1 en el Nuevo José Zorrilla ante el Cartagena en la siguiente jornada sentenciaba a Antonio Gómez.
Ahí se alzó el telón del esperpento. Un Real Valladolid incapaz de carburar y de demostrar hechuras de ascenso empató con Torres Gómez como técnico interino en el Mini Estadi con un pírrico 0-0, justo antes de que Abel Resino tomara el mando. Para cuando el ex portero quiso darse cuenta, su plantilla ya llevaba tres jornadas consecutivas sin ganar. Y lo que quedaba.
De hecho el Pucela no hizo sino empeorar. Ni Numancia, ni Córdoba, ni Tenerife, ni Nástic hincaron la rodilla ante la renovación de Resino. Sumen, sumen. Tres más cuatro, siete. Aquellos que el pasado domingo decían no recordar una racha tan mala en Segunda, es porque no hicieron acopio de memoria.
La cuestión es que el Valladolid se encuentra a día de hoy en un contexto muy parecido al de aquel desastre de Antonio Gómez. Racha fatal al comienzo de la competición, unas sensaciones nefastas… y quién sabe si un cambio de entrenador. Por desgracia, aquella temporada 2010/11 el Pucela terminó por firmar un año más en la categoría de plata.