El cancerbero del Promesas será el guardián de la jaula del Real Valladolid ante el Real Oviedo, contra quien ya fue convocado en Copa del Rey

Gaika Garitano no es de los entrenadores que hacen regalos. Trata de ser justo en su afán de ser competitivo. «Como debe ser», pensará quien lea estas líneas, quizá, olvidando que otros técnicos ‘negocian’ de una manera según qué contextos.
Durante la pretemporada, el primer plantel del Real Valladolid contó con Kepa y Diego Mariño como porteros ‘de cabecera’. A ellos se les unió Julio, como parte de la legión de filiales que rellenaban los huecos destinados a jugadores con ficha del primer equipo. Y como era tal el vacío, estos filiales tuvieron oportunidades –si es que se les puede llamar así, pues a la postre se ha visto que son eso, relleno–. No las tuvo el guardameta vallisoletano.
Teniendo una puerta tan competitiva, ¿para qué? Quizá otra cosa le habría llevado a engaño (solo quizá). Y aunque no fuera así, ¿para qué? Como el interés de la dirección deportiva es que por encima de todo los canteranos jueguen, Julio disputó el primer amistoso del Promesas, antes de partir a Mondariz; sin haber entrenado con el filial, aunque no fuera esto decisorio en aquel contexto. Luego se fue a Mondariz. Su rol era claro: tercer portero.
Era… y es claro. Con la salida de Diego Mariño y la entrada de Bruno Varela, cambió su entorno, no él. El internacional sub 21 con Portugal llegaba para mantener la competitividad alta en la puerta, o cuanto menos, para que el nivel no descendiera en exceso si surge alguna grave eventualidad con Kepa, para todos, titular indiscutible.
Si alguien se preguntaba por qué no Julio, quizá en el anterior párrafo halle la respuesta –eso sí, desde la dirección deportiva nunca tan abierta y tan tajante–. Y más de uno se lo preguntó, o al menos por qué Bruno Varela, teniendo en cuenta que, salvo lesión o sanción, las bajas de Kepa se producirán la sub 21… y él, presumiblemente, en esos momentos tampoco estará (o al menos no en todos).
La palabra que responde es «decisiones», las tomadas a conciencia, a sabiendas de cuál es el contexto para con los tres porteros. Lejos de significar la llegada de Varela que no se confía en Julio, fuentes cercanas al club alegan que supone todo lo contrario, pues, así, a priori jugará con el primer equipo, algo que con otro tipo de refuerzo distinto al luso no se habría dado.
Foto: Rosa M. Martín
Y de repente Oviedo
La primera ocasión para que Julio debutara como titular se pudo dar en el Carlos Tartiere, en la Copa del Rey. Varela llegó, pero como vino se fue con su combinado nacional, y Kepa estaba también con la sub 21… solo que él llegó, disponible para jugar. Y entonces, la decisión fue que jugara, dejando a Julio en el banco.
En aquel partido se dio una situación particular, como fue el error del vizcaíno en uno de los goles. ¿El karma? No. El fútbol. ¿El karma? Al contrario. ¿Qué habría sido de Julio si en su primera titularidad con el primer equipo comete el fallo de Kepa? Seamos sinceros: más de uno habría bramado en su contra. Aunque quizá aquel contexto fuera más propicio para su titularidad…
La Copa del Rey, siendo competición oficial, tiene un carácter competitivo bastante menor que la liga, por cuestiones evidentes de objetivos y de prioridades. Pero, decíamos, Garitano no hace regalos. Y sin embargo, se puede decir que aquello no lo habría sido, viendo sus buenas prestaciones en el último año y medio.
Si de eventualidades hablamos, el rendimiento ofrecido por Julio desde su estreno en la Segunda División B invitaba –e invita- a pensar que está preparado para ser titular eventual del primer plantel. De poco o nada vale hacer fútbol ficción y plantearse de nuevo la pregunta: ¿Qué habría sido de él si en su primera titularidad yerra como lo hizo Kepa?
Y de repente el Oviedo
Se puede decir, con todo, que no es una cuestión de regalos, ni siquiera de merecimientos, sino de preparación. Sin un solo minuto en pretemporada con el primer equipo, sin jugar ese partido de Copa del Rey, la sensación que se proyecta es de falta de confianza, cuando a cambio, se habría ‘vendido’ lo contrario y se habría desembocado en una carga motivacional alta.
En cualquier caso, esta existirá. No obstante, a Julio, de toda la vida de Valladolid y del Real Valladolid, no le faltará motivación para colocarse bajo el arco el domingo ante el Real Oviedo. Cumplirá su sueño de niño, aquel para el que ha venido trabajando en todos estos años enrolado en la base blanquivioleta, y para más inri, no se quedará en el sueño, pues una de sus principales cualidades es el altísimo de nivel de concentración en el juego.
A base de sacrificio, ha ido quemando etapas hasta llegar a la Segunda División B (y a su debut ‘accidental’ del pasado curso). A fuerza de trabajar, ha ido progresando y convirtiéndose en aquel meta al que muchos no terminaban de ver. Así, con los años, ha ganado en agilidad, en movilidad y en seguridad en las salidas, y ha mejorado, con mucho, su juego de pies.
No es ya solo, en definitiva, el portero rápido de reflejos que era en su época de juvenil; aquel chico al que Facundo hizo suplente y con el que se dudó al pasar al filial. Su participación este domingo no es un regalo, ni siquiera un mérito; es obligada, por las bajas de Kepa y Varela. Pase lo que pase después, y si de repente Julio, está preparado.