El Real Valladolid Promesas se impone al Compostela en un partido marcado por dos penas máximas, la marrada por los santiagueses y la que anotó Caye. Adrián, en el descuento, sentenció para los locales
Once metros significan mucho. Pueden ser una distancia de seguridad, un cordón que aleja al fan del ídolo. Pueden ser también una distancia condenatoria, aquella que el pelotón de fusilamiento pone ante el condenado a morir. Pueden ser todo y pueden ser nada. La cercanía con el escenario en el que canta el artista de moda. La que hay entre dos amantes que se reencuentran; a reducir.
De entre todos los significados que se han dado, el que más se parece a un penalti quizá sea el del fusilamiento, aunque tampoco es eso. Quizá sea, más bien, algo así como un duelo, en el que el tirador y el portero se retan a ver a quién quiere más el balón. Lejos de ser un juego pueril, el acto de lanzar un penalti, y el de intentar atajarlo, es lo más cercano que existe en el fútbol a un «tenemos que hablar».
Lo normal en estos casos es que el tirador marque –traduciendo: que ella te deje–, pero si a la hora de la verdad duda o quien está enfrente se muestra imaginativo, obstinado, al final no habrá gol –se evitará la dichosa ruptura–.
El Real Valladolid Promesas consiguió su segundo triunfo del curso ante la Sociedad Deportiva Compostela en un partido sin demasiado brillo, pero en el que, gracias a esos once metros decisivos, ganó el que fue ligeramente mejor. El resumen, sobre ese cariz de resolutivo, es que en la segunda mitad cada equipo dispuso de un penalti, uno falló y el otro acertó.
La primera parte careció de fútbol, al menos en su concepción preciosista. El Promesas salió con tres hombres por dentro –Anuar, Dani Espinar y Zambrano–, con la intención de hacerse fuerte en la zona central y de aprovechar los carriles para las acometidas de Arroyo y de Ángel. Provocó, más bien, atasco. El equipo se estrechó y, aunque no tocó mal en corto, a veces lo hizo lento y casi nunca profundo.
El Compos se mostró como un igual, que ensuciaba la ya de por sí poco limpia posesión local, y no hubo un dominador real antes del descanso. La igualdad se reflejó incluso en las francas ocasiones, puesto que cada contendiente dispuso de un larguero. Primero lo hizo Toni en un centro-chut, en un libre indirecto. Luego lo haría Orbegozo a la media vuelta en uno de los pocos desajustes defensivos blanquivioletas en toda la tarde.
A mayores, solo Ángel inquietó la meta de Pato Guillén, en un remate en un saque de esquina que acabó perdiéndose por la línea de fondo. A sabiendas de que su equipo no había fluido, Rubén Albés volvió al dibujo con dos puntas al inicio de la segunda mitad, al dar entrada a Caye Quintana en lugar de Dani Espinar. Y entonces sí, aunque sin grandes alardes, el juego mejoró, no solo porque había menos jugadores en la parcela central, sino también porque Caye se convirtió en su jugador más profundo.
En otra vuelta de tuerca, el Promesas se hizo ancho por la derecha gracias a la entrada de Mayoral, que encontró la réplica a veces en José y sobre todo en Toni. Y, aunque el abulense frenó algo las subidas de Arroyo, estas no se echaron demasiado de menos, ya que en el perfil izquierdo Ángel dañar y sus acompañantes, volátiles, atinaban en la lectura; en si la jugada requería un dos contra uno, que apurasen la línea de fondo o que hicieran un movimiento de arrastre hacia el interior.
Y sin embargo, aunque el filial atraía por la diestra y percutía por la siniestra, las oportunidades no eran del todo claras. José, Toni y Ángel, por este orden, las tuvieron. Pero antes de que lo hiciera el Promesas pudo marcar la SD Compostela. En el minuto 74, el colegiado señaló el punto de penalti después de, presuntamente, ver una mano dentro del área –que lo fue, pero si se dice presuntamente es porque tardó un mundo en pitar–.
Jordan colocó el balón a once metros de la puerta defendida por Dani Hernández, sustituto ocasional de un Julio al que el club quiso cubrir ante posibles eventualidades no deseadas, de cara a su más que previsible titularidad del próximo domingo ante el Real Oviedo con el primer equipo. Y el palentino adivinó a dónde iba el tiro, que envió a córner con maestría.
Ocho minutos después, con el mismo marchamo de empate (a cero), Toni se enfrentó a dos rivales en los lindes del área, en el lado izquierdo. Cerrado, buscó el contacto, uno de los defensas picó, lo hubo, y el árbitro señaló el punto fatídico: otra vez los dichosos once metros. Pero esta vez no hubo ruptura, triunfó el amor; el de Caye Quintana con el gol, con el que se dio el primer beso en el inicio del ocaso de una tarde otoñal.
Si ya había crecido, a partir de entonces el Real Valladolid B se envalentonó y pudo marcar el dos a cero, a través de Ángel –¡tremenda jugada la suya!, lástima de pierna derecha…– y de Anuar. El tanto de la sentencia llegaría en un contragolpe lanzado por Mayoral, tras un saque de esquina compostelano, que terminó con la definición hacia la jaula de Adrián, recién incorporado.
Sirven los tres puntos como reencuentro con el triunfo y como reconciliación del filial consigo mismo, después de la dolorosa derrota sufrida ante el Lealtad. Valen para que los de Rubén Albés se vean otra vez superiores al rival –porque sin avasallar, lo fueron–, en cuanto a sensaciones, pero también en lo que al final vale, el marcador.
Y sirven también para alcanzar las diez unidades, a una semana vista de visitar en A Malata al Racing de Ferrol, actual líder y uno de los equipos más duros del grupo. A buen seguro, con alguna baja, como las de los dos porteros, Dani Hernández y Julio, que estarán con el primer plantel contra el Real Oviedo y dejarán su lugar a Sergio y, previsiblemente, Willy, juveniles del División de Honor.
Real Valladolid Promesas: Dani Hernández; Arroyo, Cristian, Manel, Ángel; Anuar, Zambrano, Espinar (Caye Quintana, min. 46); José, Toni (Adrián, min. 84); y Dani Vega (Mayoral, min. 63).
SD Compostela: Pato Guillén; Josu, Catu, Sergio Sánchez, Jimmy; Marcos Rodríguez, Fondevila; Dani Hernández (Javi Moreno, min. 74), Jordan, Goti (Rubén Sánchez, min. 58); y Mikel Orbegozo (Gerard Oliva, min. 72).
Árbitro: El colegiado vasco Velasco Arbaiza amonestó a los locales Dani Hernández, Cristian y Caye Quintana y a los visitantes Sergio Sánchez, Dani Hernández, Goti y Javi Moreno. Expulsó por portestar al preparador físico compostelano.
Goles: 1-0, min. 83: Caye Quintana, de penalti. 2-0, min. 93: Adrián.
Incidencias: Partido correspondiente a la jornada séptima del Grupo I de la Segunda División B disputado en los Campos Anexos al Estadio José Zorrilla, ante unos 400 espectadores.