Juanpe tenía una tarjeta amarilla, fruto de la descolocación, y vio la segunda en una acción totalmente evitable
Sin duda, la expulsión de Juanpe, en el minuto 22, marcó el devenir del partido del Real Valladolid en El Toralín. Acorán fue el gran protagonista, puesto que el jugador de la Ponferradina provocó las dos tarjetas amarillas en un corto espacio de tiempo en el que el grancanario pecó de infantil.
El central fue amonestado en el 10′ por una falta lejos de su zona. Pagó cara la descolocación en ese momento del encuentro, puesto que dejó demasiado espacio a su espalda, que podrían haber aprovechado los rivales.
Doce minutos después, Acorán se hizo con un balón dentro del área, aunque si excesivo peligro. Juanpe, en su afán por enviar lejos el esférico, no calculó bien y propinó una patada en la cara al jugador local. Penalti, segunda amarilla, gol y el Pucela casi setenta minutos por delante con un hombre menos y por debajo en el marcador.
La Ponferradina salió mejor que el conjunto blanquivioleta, pero tampoco hubo un dominador claro en ese periodo. El equipo de Garitano, al que siempre le cuesta asentarse en los partidos, no tuvo tiempo para despertar de la siesta. Seguía adormilado cuando empezó a abrir los ojos y cuando se quitó todas las legañas ya estaba con diez sobre el césped de El Toralín.
Pese a la inferioridad numérica, el Real Valladolid no sufrió demasiado en lo que quedaba de la primera mitad. En la segunda salió con ganas y, con la entrada de Guzmán, comenzó a crear peligro de verdad. Incluso tuvo dos ocasiones claras para poder empatar. En ese momento era la escuadra berciana quien, pensando que tenía los deberes hechos, decidió echarse una cabezada. Los sustos le hicieron reaccionar y frenó en seco las aspiraciones albivioletas.
Timor no es central y se notó en el segundo gol de los blanquiazules. Quizá con Juanpe en el campo ese tanto no hubiera subido al marcador, pero no estamos para jugar al «y si…». Adán no desaprovechó la alfombra roja que le puso la defensa pucelana y asistió a Yuri para que hiciera el doblete. El Pucela, tocado y hundido, se quedó grogui y el mismo delantero culminó la goleada con el triplete en el descuento.