El Real Valladolid pudo ponerse líder en su visita a Ponferrada la pasada temporada, pero perdió y, a partir de entonces, el equipo cayó en picado

¡Qué rápido pasa el tiempo y cómo cambian los objetivos en ese transcurrir! Y si no, que se lo digan al Real Valladolid. Hace más o menos cinco meses y medio, los hombres de Rubi se presentaban en Ponferrada con una meta clara que se llevaba persiguiendo desde principio de temporada: el ascenso.
En esa jornada, los demás resultados se aliaron con los blanquivioletas y les dejaban el liderato a tiro de piedra. Tanto que ‘solo’ tenían que ganar para ver cómo subían al primer puesto de la tabla clasificatoria tras muchos meses sin ocuparla.
Era un partido importante, sin duda. Los aficionados (por cercanía, horario, precio, etc.) sintieron la necesidad de acompañar a su equipo y dieron el do de pecho. No fue un desplazamiento en masa, pero sí asistieron los suficientes como para arropar a la plantilla en un momento tan importante. Y se notaba en el ambiente. Al entrar a El Toralín una sensación extraña invadía el cuerpo. No se puede comparar con la del partido de un ascenso, pero quién sabía si ese duelo iba a marcar el devenir de la temporada.
El primer pensamiento que se me cruzó en la cabeza cuando me senté en mi asiento fue claro: «Hoy ganamos». Y sonreí. Pero minutos después todo cambió. Los jugadores salieron más nerviosos que motivados, los cambios en el once inicial no ayudaron demasiado y la afición, por más que animaba, no podía correr por ellos. A los diez minutos ya perdían. El pensamiento positivo se fue diluyendo y el discurso mental era otro, más si cabe cuando Javi Varas encajó el segundo gol. Las cosas se torcían por momentos y el liderato se alejaba según corría el minutero del reloj.
Hablar a toro pasado es muy fácil. Nadie sabe si haber ganado ese partido hubiera supuesto el regreso del Real Valladolid a Primera División. Es verdad que los de Rubi lo estaban haciendo francamente mal fuera de casa, pero semana a semana tenían una nueva oportunidad. Hasta la derrota en Ponferrada.
Tras ese choque, el objetivo del ascenso directo se esfumó poco a poco y el play-off cobraba cada vez más importancia. Al final, ni una cosa ni la otra. Por eso, el Real Valladolid vuelve esta temporada a Ponferrada. Porque en la promoción no consiguió apartar los fantasmas que le azotaron durante la campaña 2014/15 y vuelve a recorrer un camino de plata para alcanzar un objetivo de oro.
Este partido será, a buen seguro, muy diferente del de aquel veintidós de marzo. Los tres puntos vuelven a ser necesarios, pero no para asentarse en un primer puesto que, a estas alturas de temporada, podría ser meramente anecdótico. El nuevo Real Valladolid de Gaizka Garitano debe encontrar en El Toralín un estilo de juego que está intentando fraguar. Por supuesto que los tres puntos son muy importantes, y que si se gana, el cómo se ha jugado quedará en un segundo plano.
Ahora que todavía restan muchas jornadas para el final del campeonato, el equipo debe dar con la tecla cuanto antes para conseguir una identidad, sea la que sea, que le diferencie de los demás y consiga hacer encajar todas las piezas del puzzle. A ver si para la próxima temporada el titular cambie porque pudo ser y fue.