El colombiano retorna al Real Valladolid, cedido por el Rayo Vallecano, como el pasado curso, después de ser incapaz de convencer a Paco Jémez. Su objetivo, ser el correcaminos que fue y alcanzar la irregularidad que no pudo

Garitano ya cuenta con la pieza que le faltaba. Hasta la fecha, si uno veía los hombres con que contaba, se encontraba con un vacío en el extremo izquierdo. Y ya lo tiene. Se trata además de un viejo conocido de la afición del Real Valladolid, pues ya vistió su remera el pasado curso. Se trata del colombiano Johan Mojica, que, como entonces, llega en calidad de cedido por el Rayo Vallecano.
El objetivo del cafetero en esta pretemporada era convencer a Paco Jémez de que está preparado para la Primera División. A sus órdenes se ha estado ejercitando hasta la fecha, llegando incluso a viajar a China, donde han desarrollado parte de su preparación con motivo del acuerdo con su patrocinador. Así, por un momento parecía que sería un fijo, sino en el once, por lo menos sí en el plantel vallecano; pero no.
Puestos a salir de nuevo, en busca del lugar definitivo en la élite, ‘El Corracaminos’ ha preferido hacerlo volviendo a un club que ya conoce, en el que estuvo a gusto, en el que tuvo minutos y en el que a priori se encontrará más cómodo todavía con el nuevo sistema de juego que con el del pasado curso.
Y es que, aunque su incidencia fue alta en un determinado momento de la temporada, conviene señalar que el fútbol asociativo que propugnaba Rubi no era el que mejor explotaba sus características, puesto que le obligaba a estar más que a aparecer, cuando él es un jugador dinámico, que hace daño cuando pisa el acelerador al máximo con metros por recorrer hasta apurar la línea de fondo.
Por esta menor conveniencia, y porque su técnica es cuanto menos particular, lo que amenazaba con ser un recurso puntual pasó a ser una opción, más que recurrente, recurrida. Esto provocó cierto desasosiego y desconformidad en la afición, pues en espacios reducidos era menos dañino, si bien en más de un partido fue el sustento del ataque blanquivioleta.
Este escenario cambió una vez llegó Hernán Pérez y volvió Roger. Entonces siguió contando con minutos, pero bajó su capitalidad. También porque su estado de forma se fue deteriorando y su nivel decreció, por más que la Copa América y su disputa con la selección de Colombia llegase a ser prácticamente una obsesión. Con todo, disputó 35 partidos y marcó siete goles, cifra más que aceptable.
Y por todo esto vuelve, porque su rendimiento, aunque fuera de más a menos, fue bueno, y porque sus condiciones invitan al optimismo. Al menos así lo ha entendido la dirección deportiva, que ha apostado de nuevo clara y decididamente por su vuelta, como el puñal que Garitano ansía para su costado izquierdo. Si es el de la primera mitad de la temporada pasada, eso será; si es el de la segunda, será cuchara. Para ser regular tiene hasta junio de 2016, cuando finalizará este segundo préstamo.