El regreso del extremo colombiano tras dejar un reguero de rendimiento irregular comporta ventajas reales y otras potenciales, pero también varios inconvenientes

La inesperada vuelta de Johan Mojica al Real Valladolid ha dividido las opiniones en la afición vallisoletana como le dividió su rendimiento la pasada temporada. Después de una sorprendente primera fase del campeonato, en la que se erigió en carrilero veloz, fulgurante, poderoso y desequilibrante –quizá la reubicación en extremo fue uno de los aciertos tácticos más reseñables de Rubi–, cayó en la oscuridad de creerse más de lo que era, empujado, en parte, por la motivadora llamada de Colombia.
Antes de debutar en un amistoso con el combinado cafetero, sufrió en febrero una lesión en el tobillo izquierdo que frenó su crecimiento de manera tosca. Su recuperación, concluida justamente antes de la fecha en la que debía viajar con el conjunto de Pekerman, en marzo, no terminó de reflejarse desde entonces con la blanquivioleta.
Hasta aquel instante, había anotado siete goles que le valdrían para terminar el curso como segundo máximo goleador. Igualmente, aportó otras tantas asistencias de gol. Números que, sacados de contexto, parecen sugerir una productividad suficiente para competir, si no en el Rayo, sí en un club recién ascendido a Primera.
Sin embargo, el regusto amargo de una segunda vuelta desabrida e intrascendente ha terminado por pesar más en el cómputo global. Por eso, sin ofrecimientos de conjuntos españoles de La Liga, desciende lo escalado.
Y deberá reescribir lo conservado en el Nuevo José Zorrilla; desterrar la reacción insensible de una notable parte de la afición pucelana a su retorno y recuperar la imagen del Mojica sorpresivo que en invierno fue una gacela sin peros. O casi. Porque la nueva cesión del colombiano a Valladolid comporta ventajas e inconvenientes.
Lo bueno
1. Veloz. Sin tratarse de un futbolista de una técnica pulida, posee uno de los atributos más valorados en Segunda División: la velocidad. Resulta más probable que contar con uno de los extremos más rápidos del campeonato, como demostró con espacios el anterior curso, suponga una ventaja que un obstáculo a la hora de intentar someter al contrario. Las capacidades atléticas de Mojica, quien además demostró gol, pueden casar con el ideario de juego que, en principio, desea establecer Gaizka Garitano. Aquí llega el punto segundo.
2. Aclimatación al juego directo de Garitano. Porque si puede alumbrarse un argumento como definitivo para comprender el regreso de Mojica es su más que probable, sobre el papel, adecuación al juego directo que Gaizka Garitano pretende instalar en Valladolid. Las primeras pruebas de la pretemporada han dejado ver retazos de un conjunto más presionante, cerrado por dentro, con una línea defensiva más atrasada que otras pasadas y dotado de más verticalidad y actividad en bandas al cruzar la medular.
Ahí entra la idoneidad de Mojica. Su amplia zancada lo habilita para ser uno de los primeros activos en la presión alta; sus galopadas y el peligro generado con metros por delante lo hacen apto para ser punta de lanza en el extremo izquierdo, donde, por ahora, no hay rotación natural.
3. Doble reivindicación. Habitualmente, supone una ventaja disponer de un futbolista con hambre de demostrar. Mojica debe proyectar su ambición hacia dos direcciones. La primera, Valladolid, donde lo recuerdan con una imagen borrosa, de un jugador que llegó a elevarse como el más decisivo y que se perdió entre su propia neblina en la segunda vuelta. También, Vallecas, donde Jémez ha vuelto a prescindir de sus servicios. La pobre confianza demostrada por el técnico cordobés atestigua la dificultad que entraña para el exinternacional colombiano ser algún día importante con los franjirrojos.
4. Retorno a su última casa. Aunque el Rayo Vallecano posea los derechos de Mojica, la verdadera casa del extremo es Valladolid. En la capital castellana pasó una campaña marcada por la bipolaridad en el juego y la frustración final de la eliminación en la promoción de ascenso. No es ajeno a la ciudad, a su entorno; tampoco a la relación con los trabajadores del club ni con algunos de los compañeros que han sobrevivido a la desbandada, como Javi Chica, Timor, Óscar, Rubio o Samuel. El periodo de acomodación a un nuevo escenario ya lo ha superado. Y eso siempre conlleva un paso positivo.
Lo malo
1. Inmerso en un negativo 2015. Mojica vuelve a Valladolid zambullido en un descenso de rendimiento significativo, acentuado a partir de la lesión de tobillo sufrida en febrero. Flota la incógnita de la cara con la que iniciará su segunda aventura en Pucela; de si habrá dejado atrás el estancamiento que ha supuesto el 2015 para él y, en especial, de si podrá encontrar nuevos estímulos con el renovado cuerpo técnico, simbolizado en Gaizka Garitano.
2. Ya es conocido por sus rivales. La sorpresa con la que la mayoría de los laterales derechos del equipo contrario recibían la vehemencia atacante de Mojica se disipó en el segundo periodo del campeonato, cuando los marcajes se ajustaron, robándole metros para que pudiera actuar. Empequeñeciéndolo hasta la irrelevancia. Fue la definitiva estocada a una moral que navegaba a la deriva. Mojica tendrá que trabajar, auxiliado por Garitano, en nuevas maneras de sorprender. Renovarse para volver a ser diferencial.
3. ‘Inestabilidad’ mental. No es Mojica el paradigma de cordura y sangre fría para revertir los embates desagradables que puede esconder una temporada. La nula respuesta dentro del campo ante su progresiva caída de nivel, la dudosa recuperación de la lesión del tobillo y la desconcentración brotada de la llamada de Colombia representan algunas de las justificaciones que refuerzan esta hipótesis.
Una segunda temporada irregular, en la que desde el principio no encuentre herramientas para rendir –sobre todo ofensivamente-, podría volver a desatar los síntomas del futbolista frustrado. Pero, antes de procurar empezar con buen pie, tendrá que comprender que regresa a Segunda, una categoría que cree no es la suya.
4. Cedido. Que un equipo esté conformado por varios jugadores a préstamo no tiene por qué implicar un grave problema para lograr las metas previstas, aunque suele resultar más arriesgado si el objetivo principal es generar un núcleo indubitable que se dirija hacia aquel fin preestablecido. En el caso del Valladolid, el ascenso. Suele suceder que los integrantes de una plantilla que pertenecen al club donde juegan ven su proyección profesional ligada directamente a él, lo que facilita el nacimiento de lazos emocionales y de pertenencia. Mojica es el quinto jugador esta campaña que recala en la entidad pucelana bajo una cesión.