El nuevo delantero pucelano se decantó por Valladolid gracias al interés de Braulio y a los consejos de Alfaro y Marcelo Silva. Su objetivo común: relanzarse como jugador

Las negociaciones con el Múnich 1860 de la segunda alemana se dilataron más de lo previsto cuando, mínimo, dos de las tres partes están de acuerdo. Pero fructificaron porque tanto Rodri Ríos (Soria, 1990) como la dirección deportiva liderada por Braulio Vázquez tenían claro que querían unir sus caminos para que el exariete del Sevilla, Almería y Barcelona B jugara como cedido una temporada en el Real Valladolid.
Rodri deseaba volver a España. Con una mochila ya demasiado cargada de experiencias extranjeras, la adaptación a Alemania no terminó de producirse.
Un entorno del que no se sentía partícipe y una lesión dificultaron la evolución de un delantero con ganas de exhibir sus cualidades en el Nuevo José Zorrilla. «Muchas veces viene bien jugar en Segunda y volver a sentirte futbolista, y yo creo que este es el mejor equipo para esto», ha apostado.
Animado por sus nuevos compañeros Alfaro y Marcelo, con quienes coincidió en el Sevilla y en Almería respectivamente, decidió ligarse a una entidad en la que cree que podrá retomar los galones de delantero titular –Braulio lo ha equiparado a Roger–. Su intención, como la de todo delantero, es la de convertir tantos. «Mi meta es jugar todo lo que pueda y hacer el máximo de goles posible», ha expresado.
Preguntado por sus cualidades, se limitó a catalogarse como un bregador que enarbola la bandera del trabajo y el incordio a los defensas como dirección más recta hacia el gol. Y apuesta a que, en una categoría que ya conoce, la contratación de Gaizka Garitano puede suponer un valor añadido: «El Real Valladolid necesita un míster duro como Garitano para volver a Primera».
– «Estamos aquí para aguantar el año entero y cumplir el objetivo», ha concluido.