El guardameta vizcaíno, internacional sub 21, formará junto a Diego Mariño una de las parejas más sólidas de la categoría

Kepa Arrizabalaga ya es portero del Real Valladolid. Por una campaña, cedido por la entidad que posee sus derechos, el Athletic Club de Bilbao. Y con un objetivo claro: sumar minutos de calidad en un contexto exigente como es el intentar devolver a su ya nuevo equipo a la Primera División.
No por esperada su llegada es menos noticiosa. Todo lo contrario; sobre el papel, y con el permiso de Diego Mariño, promete ser una de las novedades de la temporada, puesto que su enorme potencial es presagio no solo de un futuro halagüeño, sino también de un presente brillante.
A sus veinte años –cumple veintiuno en octubre–, afrontará su segunda cesión con el objetivo de seguir puliendo lo que parece un diamante, que viene precedido de buenas palabras (mejores que las vertidas hasta el momento) provocadas por sus buenas actuaciones, y por un historial, aunque exiguo, no menos bueno.
Ha sido internacional en todos los escalafones inferiores de la selección española, alcanzando el techo momentáneo de la sub 21, en la que no tiene discusión en la actualidad. Otra prueba de este futuro, que es también presente, ha sido su nominación como mejor guardameta en categoría sub 20 en las tres últimas temporadas en los prestigiosos premios Fútbol Draft, frente a otros porteros de proyección como Dani Sotres –también internacional sub 21 o dos veces segundo– o Rubén Blanco –dos veces tercero y una segundo y en reciente debutante con la sub 21–.
El pasado año lo comenzó como tercer portero del Athletic Club y titular del Bilbao Athletic, con el que disputó diecisiete partidos y encajó once goles. Dado el nivel ofrecido, en el mercado invernal salió en préstamo a la Ponferradina, donde pronto se hizo con la titularidad por delante de un Dinu que no acababa de enamorar, pero tampoco de defraudar.
En el conjunto berciano jugó veinte encuentros, recibió diecinueve tantos y fue uno de los soportes durante el tramo final de campaña, en el que la Ponfe acarició la clasificación para el play-off. Es por ello que desde El Toralín pretendían renovar lazos, si bien las buenas relaciones que mantienen Athletic y Real Valladolid, la insistencia de Braulio y el objetivo más ambicioso de los blanquivioletas han provocado que sea en Zorrilla donde recale.
Si bien el filial rojiblanco se encuentra en Segunda División, tras su reciente ascenso, esta misma cuestión, junto con el potencial de su sustituto en el Bilbao Athletic, Alejandro Remiro, ha llevado a descartar su continuidad en San Mamés. A pesar, también, de que la competencia se prevé feroz por defender el arco vallisoletano, toda vez que la calidad de Diego Mariño también está contrastada, como demuestran sus sesenta encuentros en Primera.
Esta es, precisamente, una de las cuestiones que más parece valorar el Real Valladolid, a tenor de la nota que anuncia su llegada hasta el treinta de junio de 2016. Con ellos dos configura, «sin duda alguna, una de las mejores parejas de guardametas de la Liga Adelante». Una puerta de garantías como para afrontar el duro reto de pugnar por volver el próximo curso a la Liga BBVA.
El nuevo cancerbero blanquivioleta será presentado este miércoles en la sala de prensa del Nuevo José Zorrilla a partir de las once y media de la mañana.