La temporada empezó con un solo atacante central y acabó con tres puntas

Si Braulio Vázquez tuvo un fallo en su planteamiento inicial de la temporada fue la falta de efectivos en la punta de ataque. Con Roger como único delantero centro puro, el equipo dependía en gran medida de la efectividad del jugador cedido por el Levante.
La mala fortuna se cebó con el Pucela y Roger cayó lesionado en la sexta jornada en una jugada fortuita con el sportinguista Lora. Hasta ese momento, el ‘nueve’ pucelano se había mostrado como un jugador intenso, que no daba una bola por perdida y que además tenía gol.
Óscar Díaz, la cantera y algún invento
Jornada siete y Rubi se vio en la primera situación adversa de la temporada. Obligado por las circunstancias, alineó a Óscar Díaz de delantero centro, una posición en la que el jugador madrileño se desenvolvía bien pero en la que no era efectivo. Como goleador el exjugador del Almería ha resultado nefasto.
Necesitó ocho partidos para marcar un gol y el equipo se resintió. Óscar Díaz, muy cuestionado desde la grada por su falta de olfato goleador, contaba con el apoyo de Rubi, hasta que en la jornada dieciséis, el técnico blanquivioleta cambió el esquema a un 4-3-3 con Jeffren Suárez y Óscar González haciendo de ‘nueves’ provisionales.
El equipo encadenó una buena racha e incluso endosó la mayor goleada de la temporada –siete goles– al FC Barcelona B. Todo ello vino edulcorado del uso –relativo– de la cantera. Estos ‘inventos’ antes citados se dieron en un contexto en el que aparecían también Jorge Hernández y Guille Andrés.
El primero, más bien mediapunta, nunca encontró hueco, debido a la omnipresencia de Óscar, indiscutible hasta en sus peores momentos. El ‘nueve’, aunque falso, no era una opción para él, y no lo fue siquiera en el filial, cuando la falta de Guille obligó a un contexto parecido al del primer plantel. Y el propio Guille, sin continuidad, tampoco reventó. Su gol en Copa al Elche fue su punto álgido. Su lugar, siempre al fondo del banquillo.
El mercado de invierno: Jonathan Pereira y Túlio de Melo
El equipo estaba falto de gol y Braulio se movió por el mercado y encontró dos delanteros, parecían el punto y la ‘i’, eran el gallego Jonathan Pereira y el brasileño Túlio de Melo. Se trataba, y se trata, de dos jugadores totalmente distintos, no solo por la evidencia de la altura, sino por su carácter y su forma de juego.
El gallego empezó su cesión –pertenece al Villarreal– de la mejor forma posible, con un partidazo en Mallorca. Era su segundo encuentro como titular y el menudo jugador hizo un partido inmenso, con un golazo que permanecerá mucho tiempo en la retina de quienes lo vieron. Ese mismo día marcó otros dos goles y repartió un par de asistencias. Y bueno, poco más hay para contar, pues a partir de entonces oscureció. Un gol al Racing y otros dos goles más, uno en la penúltima jornada y otro en la última maquillan su pobre bagaje.
Por su parte el bueno de Túlio de Melo ha contado con pocos minutos. Su presencia ha sido testimonial y su aportación al equipo casi nula. Un gol al Girona, de penalti, y otro de cabeza al Sabadell en la última jornada de liga, son todo lo destacable del gigantón, que no se hizo y al que no se hicieron –Rubi el primero–.
Ninguno de los dos rindió como se esperaba. De hecho, de lo más ‘destacable’ de Pereira ha sido su continua pelea con los árbitros. Apenas ha jugado veinte partidos, doce de ellos como titular, y fue expulsado una vez, además de ser amonestado con cuatro tarjetas amarillas.
Roger, indiscutible para Rubi
El jugador cedido por el Levante ha ofrecido algo más que ocasiones y goles, algo que todo aficionado aprecia y no es otra cosa que lucha, garra y fuerza. El ‘nueve’ era el primer defensor del equipo y era de agradecer. Al fin y al cabo, Roger no es mas que un chaval de veinticuatro años que venía a Zorrilla a jugar un año y, sin embargo, se ha ganado a la afición a base de esfuerzo y por su ganas de volver de su grave lesión para ayudar al Real Valladolid a ascender a Primera.