El canterano de la Real, cedido en Osasuna, es una de las mayores promesas de Zubieta. En los estertores de la temporada asume la misión de ayudar a alargar la existencia de un club histórico
con Osasuna
No está presente en Twitter, pero ya dos perfiles de fans le brindan apoyo en la red del pájaro azul. Pablo Hervías (Logroño, 1993) es considerado como una de las promesas más tangibles de la cantera de Zubieta, adonde accedió con el sueño infantil de escalar categorías para debutar en Anoeta, con la Real Sociedad, algo que cumplió el diecinueve de abril del pasado año, bajo las órdenes de Jagoba Arrasate.
La vitalidad con la que encaraba a su defensor, su cambio de ritmo, la habilidad para el golpeo, el manejo de ambas piernas y su depósito físico impulsaron la determinación de que podría llegar a Primera y emprender una carrera en esto del fútbol. Con los txuri urdin sumó dieciocho partidos, entre liga y copa, y anotó un gol.
No obstante, seguía siendo categorizado como integrante del Sanse, la marca que diferenciaba la élite de la aspiración. Con una Real sin más metas que terminar una temporada insípida, el club donostiarra decidió la semana pasada brindar apoyo a un Osasuna minado por las lesiones y por el torbellino extradeportivo que amenaza con enterrarlo, y cedió al canterano hasta la conclusión de la campaña.
La grave lesión de Jordan Lotiés perturbó todavía más el difícil tránsito de los navarros por la Segunda y les obligó a solicitar a la LFP un permiso para fichar a un jugador nuevo. Relata el administrador de Osasuna1920.com a este portal, Javier Alústiza, que la directiva osasunista se afanó en firmar a un ariete que colmara la falta de gol del equipo.
Se interesaron por Kike Sola, en la órbita de Braulio Vázquez en el mercado invernal, así como por Toquero y Viguera, entre otros. Pero, entonces, las complicaciones que nacieron para encontrar el perfil deseado desviaron la atención a Zubieta, donde un joven polivalente podría, al menos, colaborar en la salvación: Hervías.
El extremo riojano contó en rueda de prensa que ya había terminado de preparar la maleta para viajar a Barcelona con el primer equipo donostiarra cuando, de pronto, recibió una llamada que le proponía asumir un desafió distinto, pero excitante: batallar por rescatar a un club histórico de la amenazante disolución en caso de descenso.
El mismo viernes en que se cerraba el periodo para recibir nuevos jugadores Pamplona conoció a Hervás. El sábado se ejercitó por primera ocasión en Tajonar, fue incluido en la lista del tercer y último técnico de Osasuna, Enrique Martín –un día después de que la antigua figura rojilla ingresara en el hospital por un problema cardíaco– y el domingo debutó ante el Mirandés en El Sadar.
Fueron veintiséis minutos, pero al cuarto de hora de salir desde el banquillo descerrajó un disparo que mareó las redes, desató una conjunción de alivio y alegría y cerró una victoria para sacar a Osasuna de los puestos rojos. «Lo que más llamó la atención fue su desparpajo a la hora de encarar y desbordar. Tiene un gran cambio de ritmo y mucha potencia en la arrancada», expone Alústiza.
«Su gol en los minutos finales ilusionó a una afición que ahora mismo se conforma con muy poquito», prosigue el administrador del portal osasunista. Este análisis está en la línea del expuesto por el director deportivo de la entidad navarra, Petar Vasiljević: «Jugador de banda, tiene verticalidad, velocidad, llegada y buenos golpeos. Nos va a ayudar a conseguir el objetivo».
Hervías contribuyó al primer gran paso de Osasuna, pero se advirtió crítico consigo mismo. «El partido se puso de cara para mis condiciones, pero es verdad que tengo que elegir mejor las jugadas y levantar un poco más la cabeza«. Habilitado para trabajar hasta en cinco demarcaciones, el nuevo sistema de Martín, fundado sobre tres defensores y dos carrileros profundos (1-5-3-2), le proporcionará otro reto más de adaptación. «Toda mi vida he jugado en la línea de mediapuntas. Para atacar no tendré ningún problema con el nuevo sistema, pero luego tendré que saber los movimientos en defensa», explica, libre de temor.
– «Con los entrenamientos lo iré cogiendo», zanja.
La seguridad que irradia Hervías se revela como otra de las cualidades que puede sostener su crecimiento y alimentar el grado de responsabilidad dentro de la plantilla de Osasuna.
– «Tengo mucha confianza en mí… y no sé por qué pero sabía que las cosas iban a ir bien». Ahora, por delante irrumpe una de las etapas más decisivas de la historia contemporánea del club rojillo. A la que se unió con su gesto indómito, secundado por el bramido de la grada de El Sadar.