La genialidad del encuentro llegó del banquillo y de un jugador que no disputó un solo minuto

El partido estaba ya sentenciado desde el minuto 63 gracias al gol de penalti de Roger. Penalti cometido, por cierto, por un exblanquivioleta, Rubén Peña. A partir del tanto del pistolero, el Valladolid se asentó plácidamente en el campo, al mismo ritmo que Javi Varas se lucía en pos de que el partido continuara siendo un día más en la oficina. Un día lluvioso, gris, demasiado triste para haber empezado ya mayo, en el que el juego pudo haber sido peor y el resultado más incierto.
Ya en el descuento real del partido –el virtual pareció bastante más prolongado–, un balón se introdujo en el campo, retrasando el saque de banda del desdichado Rubén Peña. ‘Peñita’ se quejaba, diría para sí mismo que qué era eso de que el Real Valladolid perdiera tiempo en su casa frente al Leganés. Pero el abulense no estaba al tanto de la jugada.
Quien había lanzado el balón al terreno de juego no había sido un aficionado –al más puro estilo Osasuna–, alguien del cuerpo técnico o un imprudente recogepelotas, sino David Timor. Un Timor que tanto antes como después se ha erigido como el protagonista de un partido que no jugó.
En los prolegómenos del mismo, un comentario predominaba: «¿Qué hace Timor en la convocatoria?». Eso, ¿qué hacía un jugador lesionado en la misma? Si no iba a poder jugar, ¿qué hacía ahí? Un sinfín de lamentos comenzaban, más aún cuando, echando cuentas, estas sentenciaban que cualquier jugador del Promesas podría haber ocupado el hueco que Leao y Pereira habían dejado, para que no lo hiciera un jugador que, en teoría, no podría actuar en el partido. Pero nos equivocábamos, Timor sí actúo.
Lo hizo cuando lanzó un balón al rectángulo de juego y con ello se ganó la tarjeta amarilla. ¡La décima! Y con ello, no podría jugar el siguiente partido. Sin embargo, genialidad táctica. Un jugador lesionado, que se perdería de todas formas el siguiente encuentro, hacía que cumplir ciclo fuera para él un acto de mero trámite, y no una coyuntura negativa. Ya que no llego por lesión, al menos me quito de encima el problema de las tarjetas.
Aplausos para Rubi, quien parecía el hacedor de tan astuta estratagema. Pero, no todo acaba aquí. Puesto que el técnico catalán, en rueda de prensa, viene a decir que Timor podría haber jugado si hubiera hecho falta, que por eso estaba en la convocatoria, y que no se había hablado nada de que forzara la amarilla, que tendría que hablar con él después.
¿Humilde Rubi? No, prudente. Prudente porque de reconocer su genialidad táctica, esta podría acabar en una sanción ejemplar que tornara esta en una estúpida acción. Rubi lo tenía todo pensado, conocía la historia de la amarilla de Timor desde antes del encuentro. El guión de estas líneas ya lo había fijado con anterioridad.