El Real Valladolid vuelve a protagonizar un partido de pena que podría haber acabado con los blanquivioleta en el liderato

Foto: LFP
El partido en Ponferrada se ofrecía como un puente hacia el primer puesto clasificatorio dados los resultados de los cuatro rivales directos del Real Valladolid en la búsqueda del ascenso directo. Sin embargo, el conjunto de Rubi volvió a resbalar fuera de casa de manera tan estrepitosa como repetida.
Como bien nos contaba Luis Guillermo Molinero en esta misma web, el origen etimológico de Ponferrada se debe a la construcción de un puente sobre el río Sil que sirviera de paso para los peregrinos que hacían el Camino de Santiago. Pues sí, el puente no pudo ser más duro.
Según avanzaba el fin de semana y se acercaba la hora del partido, el “Si ganamos…” cada vez copaba más esperanzas y sonrisas. Había perdido el Betis, también Las Palmas, y los empates de Girona y Sporting le daban al Real Valladolid la oportunidad de decir ‘aquí estoy yo’, pero desde lo más alto de la Liga Adelante.
Al contrario que otras veces, el rival no era nada factible a priori. Por ello, la concentración debía ser superlativa desde el minuto uno. En cambio, poco después de los sesenta segundos iniciales ya se podía avistar cuál sería el devenir del partido: una Sociedad Deportiva Ponferradina que dominaría un partido en el que el conjunto blanquivioleta no estaría a gusto hasta que el equipo berciano lo permitiera.
Y así fue. Los primeros 70 minutos de partido fueron totalmente del equipo blanquiazul, quien a través de Pablo Infante, Acorán y los fallos de una banda derecha blanquivioleta hoy peor que la izquierda (Marc Valiente y Javi Chica), aprovechó la indolencia del equipo de Rubi.
Sastre, quien precisamente entró en el once para evitar el desastre, no lo frenó. Tampoco debería ser un señalado, puesto que hizo tanto por dar la vuelta al partido como la mayoría de sus compañeros.
Algunos pocos sí hicieron por mediar en el descalabro del bierzo. Uno de ellos fue Hernán Pérez, el mejor en una segunda parte en la que destacaron las entradas de Tulio, que lo intentó sin fortuna desde lejos; de Omar, quien estuvo muy activo tras su salida al campo; y de Pereira, quien sufrió un fragrante penalti no señalado por el colegiado.
No hubo puente en Ponferrada, ni tan siquiera un tronco mal puesto con el que pasar al otro lado con más pena que gloria. Nada, absolutamente nada.