De los cinco equipos que luchan por el ascenso directo, los blanquivioletas son los que más derrotas, seis, han sufrido a domicilio

«Un paso adelante, otro atrás, otro al medio, nos colocamos», dictaba el profesor de baile que prepara a los alumnos para la gala final, que se celebrará allá por junio.
Las Palmas, Real Betis, Sporting de Gijón, Real Valladolid y Girona, aventajados, se miran de reojo para no perder ripio ni quedarse atrás, pero tampoco ninguno se impone para distanciarse del resto y perfilar una coreografía que luce aún descompasada y torpe. Los canarios, dirigidos por un entrenador avezado como Paco Herrera, se han enrocado en el empate, lo que ha permitido a los perseguidores por la primera plaza trepar a su mismo escalón.
El Real Betis, manifestado en su feudo como el conjunto más fiable, ha saltado al ascenso directo gracias a la goleada infligida al Real Valladolid. Los asturianos, prácticamente invencibles, sólo han cedido dos derrotas, aunque su afán por el empate les ha impedido emprender un brinco hacia el liderato.
Luego, tanto Girona como Valladolid se han empeñado en aflojar fuera de sus estadios y se presentan como los dos bloques con más partidos perdidos en total –siete–. Así, parece que el vértigo empieza a quemar, a pesar de que aún ni es primavera, y ninguno de los bailarines se decide a avanzar a la primera fila.
El conjunto de Rubi, más allá de analizar la inconsistencia de su juego en determinadas fases de los partidos saldados en victoria, se ha despedido de los tres puntos en seis ocasiones lejos del Nuevo José Zorrilla. Cuatro de sus seis verdugos buscaban escapar de la zona baja de la clasificación y, ganando al Valladolid, aprovecharon para robarle parte de su energía para salir propulsados a una situación más estable –como Leganés, Llagostera y Tenerife–. El equipo liderado por Mel, en cambio, rival directo de los pucelanos, les arrebató la media de goles y el provisional segundo puesto.
El más perdedor fuera de casa
Aunque los entrenadores y futbolistas suelen repetir hasta la saciedad que los ascensos se fraguan en casa, la inestabilidad lejos de ella suele mermar las posibilidades de éxito. Los blanquivioletas se han exhibido con solidez como locales, donde solo han cedido una derrota. Sin embargo, a domicilio se presentan como el aspirante al ascenso directo con más derrotas reunidas. Los seis duelos perdidos en otros estadios contrastan con los cuatro del Girona, tres del Betis, dos de Las Palmas y uno del Sporting –precisamente ante los pucelanos–.
A favor de Rubi reside la cuota de victorias fuera del estadio vallisoletano, ya que de los quince partidos como visitante, ha conseguido ganar seis y empatar tres, mejores cifras en triunfos que los tres equipos que lo preceden en la clasificación –aunque superado por el Girona, con ocho–. Es decir, tanto pierde como tanto vence.
Para dar un paso al frente y ser el guía al que intenten imitar el resto de bailarines del espectáculo, el Real Valladolid deberá recuperar la versión imprimida en La Romareda, donde realizó una de sus actuaciones más redondas, y enseñarla en las tres plazas más complicadas que quedan por visitar: El Toralín en la jornada 30, Montilivi en la 32 y Estadio de Gran Canaria en la 35. Tres pruebas para recomponer la figura prototípica del equipo que aspira a ascender por la vía rápida.
El Valladolid del último ascenso solo cayó en seis encuentros, pero…
Desde que se volvió a instaurar el sistema de promoción de ascenso a Primera División, en la campaña 2010/11, los conjuntos que subieron de forma directa se distinguieron por sumar muchas victorias, pero no pocas derrotas. Solo destacan dos equipos que en las últimas cuatro temporadas eludieron regirse por los mismos parámetros, y un tercero, el Real Valladolid de Miroslav Djukic que, a pesar de sufrir la fase de play-off, solo perdió seis partidos, tres lejos del Nuevo José Zorrilla. Un curso después, tanto Elche como Villarreal promocionaron a la Liga BBVA tras perder únicamente seis y siete encuentros respectivamente –si bien superaron la línea de la veintena de victorias–.
No obstante, el largo sistema competitivo de la Segunda División ha evidenciado que ensuciar el contador de derrotas no lleva aparejado el fracaso. Los dos primeros equipos que ascendieron sin pasar por la promoción, en 2011, Betis y Rayo, perdieron nueve choques, pero salieron ganadores en veinticinco y veintitrés de manera respectiva.
En la temporada del ascenso con el técnico serbio, los trece empates cosechados condenaron a los blanquivioletas a jugársela contra Córdoba y Alcorcón, mientras que el Deportivo y el Celta subieron directos pese a perder más –nueve cada uno de ellos–. El motivo reside en que en Segunda el empate está sobrevalorado y la derrota, demasiado demonizada. Los deportivistas ganaron veintinueve partidos y los celestes, veintiséis.
En la temporada anterior, que culminó con la gesta del Eibar, el regreso por la vía rápida del Dépor y el milagro del Córdoba, volvió a constatarse que sumar nueve (o más) derrotas no es óbice para lograr el objetivo sin necesidad de subir al ring del play-off. En un contexto de puntuaciones bajas y una clasificación sorprendentemente igualada, los armeros se hicieron con diecinueve triunfos y padecieron nueve derrotas; y el Deportivo acumuló otras tantas victorias por once partidos perdidos.
El Real Valladolid, uno de los tres equipos con más victorias -quince- en el presente torneo, se halla inmerso en una temporada en la que todo hace indicar que volverá a haber puntuaciones elevadas y que valdrá más ganar y perder que erigirse en casi intocable, pero no sumar victorias. A esta tendencia le tocará aferrarse al conjunto pucelano para esquivar la desesperanza por no haberse hecho fuerte aún lejos de casa.