La presión del Real Racing desestabilizó la generación de fútbol ofensivo del Real Valladolid, pero la eficacia letal en el área rival le sirvió para superar al buen trabajo de los cántabros
Nieve, viaje, comienzo, témpano, paralizado, cercado, somnoliento, gris, intensidad, juventud, reivindicación, Concha, velocidad, ímpetu, fortuna, desvío, gol, reacción, Cantabria, orgullo, voluntad, resistencia, Koné, futuro, control, equilibrio, injusticia, descanso, reflexión, Valiente.
Porque el gol de Valiente recién comenzado el segundo tiempo despegaba al Valladolid de la predisposición del Racing por alargar las sensaciones rescatadas entre la nieve de Miranda. Jugaban sobre un manto de extrañeza, porque de repente los blanquivioleta tenían el partido en sus manos, cuando los cántabros, parecía, habían trabajado más y mejor por hacerlo suyo.
Desde el principio, presionaron desde la línea más adelantada, en la que Koné inquietaba por la derecha, Mariano y Concha por dentro e Iñaki las carreras de Javi Chica. Su presión, en determinados momentos alta, ahogaba cualquier sospecha de superioridad de Timor y André Leão, desabastecidos en un centro del campo que no hacía sino convertir al equipo en un bloque largo, tanto que en ataque solo emitía ráfagas intermitentes, apenas imperceptibles.
El Valladolid, antes del gol de Timor y después, –en parte definitorio del partido–, no supo parar a un Racing que, con todo, tampoco generaba ocasiones claras de gol. Pero era más. La red defensiva arrojada sobre la salida en raso de los pucelanos impedía que los volantes organizadores del equipo de Rubi pudieran establecer la posesión en campo contrario, condición casi indispensable para que el Pucela evolucionara dentro del partido.
Porque sin pelota es menos Pucela. Menos blanco y violeta, más difuso y, tal vez, preocupante por la bipolaridad que no ha terminado de desterrar fuera del Nuevo José Zorrilla. No consiguió salir en ventaja, la basculación armónica de los verdiblancos orientaba el progreso en ataque a las bandas, donde se apagaba la luz para regresar a su trinchera.
Luego, desde el gol de Valiente hasta la sentencia de Pereira, el fútbol estuvo regado de controversia, de caídas en el área, de una dureza que dificultaba la continuidad de ambos conjuntos. Sólo, entre guiños, aparecía Omar Ramos para desenterrar el peligro en el área de Mario, producto de sus pases. La impotencia del Racing chocaba con la inverosímil eficacia en el área rival del Real Valladolid.
Otro tanto, del goleador Óscar, y la aparición de una figura reluciente que crece a las orillas del cantábrico, David Concha, cuyo gol valió de gesto a una afición infatigable, antecedieron a un puntual regreso hacia el sistema 1-4-3-3 de los castellanos, con la ubicación de Rubio en franja ancha y de Óscar como referencia –a 15′ del final–. Menos de diez minutos después, con el choque decantado, Rubi volvió al sistema de dos medios e hizo debutar a Túlio, -su mayor aportación fue un control y descarga al flanco izquierdo para iniciar un contragolpe-.
Pero el Valladolid dejó su fútbol bonito esperando entre la nieve; apostó al gol, desaparecido cuando más lo necesitó. Y el gol, al final la última estación, lo liberó de la igualdad establecida por el impacto entre la perseverancia de unos y el talento de otros.