Bergdich se marcha cedido al Génova en una operación que beneficiará al Pucela. El ‘Caballo Loco’ correrá muy lejos de Zorrilla

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Esta semana iba a escribir sobre lo intrascendente que es Omar Ramos o el alarmante nivel que están mostrando Marc Valiente y Jesús Rueda desde hace semanas, pero el Real Valladolid decidió empezar la semana a lo grande anunciando la marcha de Bergdich. Y eso, sinceramente, merece una columna. Aunque sea mía.
El Pucela, en un comunicado oficial, le desea la mejor de las suertes al franco-marroquí, aunque yo más bien se lo desearía al Genoa. No son conscientes de lo que han hecho. Se hacen con los servicios de un futbolista que corre con la cabeza agachada y la mirada puesta sobre sus medias. Las pocas cosas que hace bien son sin querer. Y las que hace mal se antojan lógicas dada su forma de jugar.
Sé que Jesu Domínguez lo defendió, como el hombre que es leal a su gente hasta el último día. Defectos tenemos todos. Incluso me atrevería a decir que Bergdich tenía a parte del público a su favor, cuando lo mejor que ha hecho en Pucela fue escribir un tweet incendiario tras haberse quedado en el banquillo. Y digo lo mejor porque aquellos caracteres desencadenaron un proceso que acabó este lunes con su adiós. ¡Bendito Twitter!
Para mí ver a Bergdich era como esperar la portada de La Razón. Sabía que mi reacción estaría entre la incrédula carcajada y la indignación. Porque Zakarya y Marhuenda son así, indescifrables. Lo malo es que casi siempre me reía por no llorar. En ambos casos.
Hubo un partido en el que Bergdich hizo una bicicleta y Zorrilla vibró, pero segundos después se resbaló, invitando al silencio. Ahí empecé a ponerle la música de ‘Benny Hill’ a todas sus acciones. No falla nunca. Es verdad que ha metido algún gol, pero incluso los programas de humor tienen sus resbalones de vez en cuando. Mira, por ejemplo, ‘El Club del Chiste’, que empezó a resbalar y desapareció de antena.
Con todo, ‘Caballo Loco’ nos dice «hasta luego» en lugar de «adiós», aunque a mí no me importaría entonar lo segundo en lugar de lo primero. Pero no lo diré muy alto, que no quiero que Jesús A. Zalama ponga el detalle en la última línea.