El filial blanquivioleta acaba la primera vuelta en Segunda División B superando los registros que dejó en la última etapa en la división de bronce
Foto: Rosa M. Martín
El filial vallisoletano cerró, con la derrota ante el Real Murcia, una primera vuelta con números de equipos asentados en la categoría -y no de un recién ascendido– y que pocos podían esperar en el inicio de la temporada, inclusive el propio entrenador.
A un punto de la treintena se asienta en la octava posición, a menos puntos de los puestos de playoff -seis- que de los que regresan a Tercera -quince-, fruto de sus ocho victorias y cuatro empates ante rivales cuyo nombre no equivalen a la categoría, como puede ser el Real Oviedo.
Aunque lo realmente importante son las sensaciones que han dejado sobre el tapete, línea por línea han demostrado jugadores y cuerpo técnico, que detrás de los números se encuentran el esfuerzo y la calidad. Ha funcionado la defensa, aunque por momentos fue la zona que más ha sufrido, con veinticuatro tantos encajados, y también lo ha hecho en ataque, con treinta, a pesar de que hombres como Guille Andrés y Jorge Hernández estuvieran lejos de los Anexos, con el primer equipo.
El precedente más cercano por sensaciones y estadísticas ocurrió en la temporada 2005/2006, precisamente la del regreso a la Segunda B en el que ocupaban la novena plaza. Aquella campaña se lograría el objetivo principal, la permanencia, y un puesto alto en la clasificación: décimos, nueve puntos sobre el descenso. Llegados a la 19ª jornada, el conjunto pucelano contaba con veintisiete puntos en su casillero, gracias a sus siete victorias y seis empates. Las sensaciones de cara a portería, tanto la propia como la rival, eran parecidas, con veintitrés goles en contra por los veintiocho a favor.
Durante la siguiente campaña el filial blanquivioleta sufrió para mantener la categoría, algo que por momentos pareció imposible. A estas mismas alturas, había logrado tres victorias y cuatro empates que le colocaban en puestos de descenso con trece puntos. El equipo no funcionaba y, también, lo reflejaban las estadísticas: once tantos a favor y veintisiete en contra.
Una vez salvada la categoría, se enfrentó a la 2007/2008 con la teoría bien aprendida, pero sin saber ponerla en práctica. Pese a que mejoró sus números, la situación fue por el mismo camino y terminó en la decimocuarta posición, a cuatro puntos del descenso, en una liga muy apretada. Al término de la primera vuelta, el Promesas tenía en su haber dieciocho puntos logrados en tres victorias y siete empates, en los que encajaron veinte tantos y enchufaron doce.
Tanto se jugó con fuego que al final el filial regresó a la Tercera División, de donde volvió gracias a la mano de Javi Torres y a un grupo de jugadores que fueron realmente un equipo. La 2008/2009 fue estrepitosa. Ya en el grupo primero de la categoría de bronce, se acabó descendiendo con 36 puntos. Tras la primera vuelta contaba sus partidos en cuatro victorias y dos empates, con trece goles a favor y veinte más en contra, lo que les hizo perder la categoría.