El Real Valladolid gozó de nueve oportunidades de gol y se fue del Martínez Valero sin marcar
La falta de gol en el Real Valladolid es una cosa tan obvia como que el conjunto blanquivioleta fue superior en los dos encuentros frente al Elche. Pero esto va de meter la pelotita en la portería contraria, algo que sí hicieron los ilicitanos.
En esta ocasión, Tyton y el desacierto en los remates privaron al Pucela de alcanzar el paraíso del gol. Sí, paraíso. Un tanto le habría bastado para seguir vivo en la Copa del Rey. Seguramente, si hubiera llegado, más de uno podría haber tenido un orgasmo.
Y no fue por falta de ocasiones. Nueve tuvo el conjunto blanquivioleta para anotar, pero el balón no entraba ni aunque los postes de la portería local hubieran estado embadurnados de vaselina. Cuando no entra, no hay nada que hacer.
Pese al buen número oportunidades, la mayoría se fraguaron en la segunda mitad. La primera fue para olvidar. Solo Óscar Díaz metió el miedo en el cuerpo de la defensa ilicitana, poco antes del descanso. Esos cuarenta y cinco minutos no auguraban nada bueno para el Real Valladolid, que ya iba perdiendo por uno a cero. Pero tras el entretiempo todo cambió. El equipo salió enchufado y con otra cara.
El conjunto vallisoletano necesitaba empatar el partido, un gol que le diera alas. Jeffren, Omar, Óscar Díaz, Timor y Chus Herrero lo buscaron con intensidad. El juego aéreo era de dominio blanquivioleta. Los cabezazos en busca de las mallas se sucedían cada poco. El Elche estaba más nervioso que el chico que queda por primera vez con la chica que le gusta.
La cita terminó en desastre. El Pucela acabó siendo el chico. Se puso pico y pala, pico y pala, en busca del dichoso gol. Hubo momentos en los que parecía tenerlo todo controlado, que el asunto iba encaminado a tener final feliz. Pero nada. No había manera. Óscar tuvo la última. No acertó a poner bien la cabeza y las esperanzas blanquivioletas se esfumaron del todo.