El exblanquivioleta firma un partido de bandera y da toda una lección de cómo adaptarse a una posición que no es la propia

El Real Valladolid presentaba un once en el que de nuevo Bergdich y Mojica harían las veces de extremos por ambas bandas. Dos jugadores que, en teoría, fueron contratados como laterales izquierdos y que, como si de San Pablo se tratarán, se convierten en extremos, y a pierna cambiada si hace falta.
En el lado contrario, en el rojillo, encontrábamos a un viejo conocido, a Sisinio. Que ya no es Sisi, que es Sisinio. El buen hombre, antaño emblema del Real Valladolid, hacía ahora las veces de lateral izquierdo en el Osasuna debido a la corta y remendada plantilla pamplonica. Un jugador que en Valladolid le conocíamos como medio derecho haría las veces de lateral izquierdo defendiendo a Bergdich. Pintaba bien la cosa.
El partido de Sisi, como el de su equipo, fue de más a menos. Si bien un inicio extraño del encuentro hacía variar pronósticos y valoraciones, el transcurso de los minutos hizo que Bergdich probara que es saber jugar al fútbol aunque no lo hagas en tu posición.
Y, dentro de eso, y con el coraje que atesora el manchego, Sisi se fue erigiendo como uno de los mejores del encuentro en los primeros 45 minutos, antes de que el partido llegara al descanso.
El entretiempo llegaba tras una mala primera parte del Real Valladolid, quien no supo aprovechar todas las carencias que pavoneaba el Osasuna. Por si fuera poco, el conjunto osasunista se quedó con uno menos a los seis minutos de reanudarse el encuentro por una rigurosísima expulsión de Miguel Flaño por doble tarjeta amarilla. A partir de ahí vino la lección de fútbol auténtica de Sisinio González.
Para aumentar los contratiempos de nuestro protagonista, Sisi tuvo que variar su lateral por la expulsión y la entrada de Cadamuro. Y lo que en principio parecía un problema añadido, se convirtió en una santa bendición. Sisinio dio toda una clase magistral de como reconvertirse a una posición que no es la tuya, aprovechando todas las cualidades que la original, con los años, te ha ido brindando.
Con el perfil bueno obtenido por mero azar, el pequeño ex blanquivioleta se sumó al ataque de una forma tan decidida como certera, sumando, una tras otra, jugadas de auténtica calidad, con slaloms, combinaciones o jugadas personales y dejando en evidencia a Mojica y Peña. Tuvo cerca el gol y sin duda fue quien más apostó por él en un Osasuna, recordemos, con uno menos.
Con todo ella, la verdadera cátedra de Sisi se produjo en defensa. Si bien luego él decía tras el partido que tiene en dicha parcela «algunas carencias», el coraje, indudable, y el saber jugar al fútbol, que también es saber defender, las cubrieron. Como detalle dentro del detalle, podemos señalar un choque que se produce entre él y Mojica en el que el manchego no perdió la entereza en ningún momento, y que demuestra que quizás él sepa defender mejor que otros atacar con tan solo saber qué hacer y hacerlo con las mejor de las actitudes.
Un jugador reconvertido, que varía su posición, que se tiene que enfrentar con, en teoría, algunos de los mejores extremos de la categoría, sale como MVP del partido. Cumple, de sobra, en defensa y ridiculiza en ataque. Da un ejemplo, pero también una lección. Ese fue el partido de Sisinio.