Ayub El Harrak, centrocampista del filial, ha sido citado en Rabat el veintidós de diciembre para unos entrenamientos de la selección olímpica de Marruecos como recompensa a su gran momento de forma

Se lleva lo mainstream, ser Trending Topic, utilizar Instagram, a poder ser, poner muchos hashtags y desayunar muffins. De pronto, se han globalizado Halloween y el Black Friday, y parece ser solo cuestión de tiempo que lo haga el Thanksgiving Day o las barbas, si es que no lo están ya.
Quizá también por influencia anglosajona empiezan a proliferar los velludos. Y lo que nos gusta James Harden, ¿qué? En España, en el fútbol, hay una que mola mucho, la de Arda Turan. En Valladolid, también en el balompié, hay otra divertida, alegre, que gusta. La de Ayub, el genio de la lámpara del Promesas.
Desde que el chico asomó por la Avenida Mundial ’82, sobrevolaba en el ambiente la sensación de que era un jugón, y eso que por entonces estaba rapado. Y claro, nos gustan las barbas, pero miren a los antes citados; mejor con pelo.
Desde ese primer día pareció ligero, poco sacrificado en defensa e intermitente. Quizá por eso le costó entrar. Eran otros tiempos en los que los genios cumplían deseos cuando otro frotaba la lámpara. Hoy es mejor sentarse y esperar; con un cubo de palomitas.
El día del Oviedo, entró en el minuto 82. Condujo en tres cuartos, acercándose al área al mismo tiempo que se acercaba al ala, en este caso Toni, como si fuera el cierre en acompañamiento. Entonces, perfiló la cadera y sirvió al murciano con el interior para que fuera él quien terminase de enloquecer a Zorrilla, que ese día abrió de par en par las puertas a su filial y a sus hermanos.
Como si la esencia fuera finita, fue solo una gota –pero qué gota–. El buen olor que desprendió su fragancia no fue suficiente para que se ganase la titularidad. Sí lo hizo después de su siguiente genialidad, contra la Cultural Leonesa. Cuando el partido parecía abocado al empate, agarró el balón en la frontal, se marcó una ruleta genial y desde el lado izquierdo le dijo a Ángel «tómala, para ti», regalo que aprovechó el madrileño para resolver el encuentro en favor de los blanquivioletas.
Entonces fue oficial: Ayub es distinto. Lo demostró otra vez en el empate ante el Coruxo. Daba la sensación de que los vigueses se iban a escapar con el triunfo, pero no. De nuevo recogió el esférico en las inmediaciones del área y otra vez se puso a sortear rivales. Gambeteó y sorprendió con una elástica al último zaguero antes de disparar, el portero rechazó pero él mismo capturó el rebote para, entonces sí, enviarlo a la red.
Siete puntos y mes y pico después, tocaba visitar Luanco. El patatal de Miramar no le impidió volver a frotar la lámpara. Fue menos resolutivo, esta vez, porque el Promesas ya ganaba cero a dos, pero no por ello menos lustroso. El rechace de una falta lateral acabó el sus pies, en la media luna del área, hizo un eslalon al más puro estilo ‘Sweet’ Iniesta y, en boca de gol, convirtió.
Y desde ya, internacional
Aunque todavía no se había asentado en el once, el día que el Real Valladolid Promesas recibió a la Cultural, había varios ojeadores pertenecientes a clubes de Primera División que tomaron buena nota de su calidad. Tanto Rubén de la Barrera como la dirección deportiva tienen sus condiciones en alta estima y no son pocos los que coinciden en que, de seguir con su progresión, podría terminar asomándose al balcón del primer plantel.
Si bien sus números no son cosa de otro mundo, su momento de forma no se ha escapado a los ojos de los técnicos de la federación marroquí de fútbol. Tal es así que, entre el veintidós y el veinticinco de este mes de diciembre se entrenará en Rabat con el combinado olímpico de su país de origen –que no de nacimiento; nació en Barcelona hace veinte años–.
Centrado en su trabajo, familiar y religioso, no lo pasó bien al inicio del curso. Con el paso de las jornadas se ha ido acoplando hasta convertirse en una pieza esencial en el entramado del filial. En el genio de la lámpara que, cuando brilla, es capaz de emular a Zidane, Iniesta o Ronaldinho en sus regates –solo le falta un día imitar a Djalminha y ‘su’ lambretta–. Cada día más sacrificado, aunque parte de posiciones más retrasadas, recuerda por su magia a Arda Turan. Le falta solo el hashtag. Desde aquí, proponemos el #ayubismo.