El Real Valladolid confirma su mal momento con un partido para el olvido en Butarque

No he sido yo hasta ahora el más negativo para con el devenir del equipo de Rubi, de hecho, en las últimas jornadas he pedido más calma que leña para echar al fuego, pero visto que este se ha extendido, al menos habrá que dar el aviso.
El fuego, que ya quema, no está controlado pero sí delimitado. Es decir, sabemos por qué estamos como estamos. Nos vemos en el hospital, primeramente, por la enfermería misma, por esa que últimamente hemos colapsado y en la que está y estará durante mucho tiempo Roger. Sin él, delantero goleador, aunque no de referencia absoluta, no solo nos falta la salsa del fútbol, sino también la forma de aplacar al rival y de fijar a los centrales. Si perdonamos, como viene haciendo Jeffren, llega el momento en el que el rival toma la iniciativa y te acaba ganando.
Cierto es que esta circunstancia de la falta de un delantero centro no es la única que nos hace estar de capa caída. Las soluciones puntuales de Mojica y Bergdich ya no son tan decisivas y Óscar sigue sin aparecer como en él sería esperable, más bien no aparece.
También el centro del campo parece desgajarse poco a poco, Leão ya no es el de principio de temporada, y las bajas en defensa se acusan, sobre todo si quien falta es un Jesús Rueda que a día de hoy es el mejor central del equipo. Quizás Varas sea lo único en alza y de ahí que se erija como el mejor blanquivioleta en los últimos partidos.
Para no ser oportunistas, diremos que muchos de estos males ya han sido señalados aquí anteriormente, y que solo el partido en Butarque nos hace tener que señalar de manera tan clara el camino en ambulancia que hemos hecho hasta Leganés. Sinceramente, el partido merece figurar como esperpento, y dentro de este, como imagen representativa de ello, está la acción de Varas quien falla en un despeje, siendo ya el mejor, y que tiene que salvaguardar su portería con una gran estirada tras remate de cabeza de Fran Moreno.
Porque sí, hemos naufragado de manera irrisoria en Leganés, padeciendo todos los males posibles en este equipo e, incluso, desvelando otros nuevos. Un Real Valladolid totalmente deformado comparado con el de hace un mes, mirado a través de un espejo cóncavo en medio de una borrachera labrada a base de absenta. La resaca debe ser reflexiva pero breve, es el trabajo, desde los propios despachos también, el que debe sacar esto adelante. De ahí el nombre de la liga.