Juanjo García, coordinador de la base franjiblanca es un romántico del fútbol formativo, ya que cree que «es el sustento de cualquier club» y gracias al cual salen jugadores como Rodri –máximo goleador del conjunto simanquino–
La cantera en el fútbol representa los sueños de millones de niños de jugar en su equipo preferido y triunfar con esa camiseta cuando sean mayores. Pero también es una utopía, especialmente en los clubes más grandes en los que los pequeños ven cómo el sueño termina y se ven obligados a despertar.
Son pocos los casos de esos equipos que apuestan por sus canteras como base para un proyecto y, en algunas ocasiones, tan solo recurren a ella cuando las cosas no van bien. Sin embargo, cuanto más modesto es el club más fácil es encontrarnos con los que siguen creyendo en su futuro.
Y eso que es verdaderamente difícil apostar siempre por la cantera. como lo hace, por ejemplo, el Villa de Simancas. Muchas veces porque «no queda otra» que tirar de ella, como reconoce Juanjo García, coordinador de la cantera del conjunto de Simancas. Ni falta le hizo ser simanquino para coger un cariño a su tercer hijo, tal y como ha reconocido, sino seis años acompañando a todos los niños que ha visto crecer portando la camiseta franjiblanca.
Desde su llegada, se ha producido un crecimiento masivo en la cantidad de niños, debido a la labor que hacen los entrenadores en formación, educación y competición. «Hemos triplicado el número de equipos, antes teníamos uno por categoría y ahora tenemos hasta tres, para un total de veinte en los que juegan cuatrocientos niños», declara.
El proceso de captación comienza con el final de cada temporada, que es «cuando se establecen los entrenadores y empiezan a llegar jugadores», y a partir de ese momento empieza otro proceso: el de la formación de los futbolistas. «Sin olvidarnos de la competición, lo primero que decimos a los entrenadores es que todos los niños tienen que jugar». Tanto el que más avanzado esté como el que menos, pues el club cree que el principal objetivo es que el niño que quiera jugar al fútbol se le den unas prestaciones para que lo pueda practicar.
Juanjo insiste en que todos juegan porque a lo que vienen es a eso, a aprender a jugar y disfrutar. Además, los simanquinos aprenden el respeto hacia el resto de compañeros, al entrenador, a los rivales y a sí mismos, a la par que les enseñan a competir sanamente «sin argucias antideportivas».
Todo empieza por la base, por lo básico: y, por esa razón, tanto en la escuela como en prebenjamines se les inculca la participación y los conceptos básicos del fútbol. Será más adelante cuando los entrenadores puedan ver quién realmente se puede dedicar a este deporte con lo que la labor de los formadores o educadores, que es el perfil de técnico que buscan para deporte base, es vital.
Hace seis años, el ochenta por ciento de los entrenadores del Villa de Simancas no tenía ningún título; aunque la situación actual es la contraria, siendo tan solo un veinte por ciento los que no lo tienen pero se lo están sacando. Sin embargo, hay excepciones como es el caso del equipo A de Alevín: «un equipazo bien formado» por una persona que lleva toda la vida en el fútbol y que «está obteniendo resultados extraordinarios sin tener un carnet».
«Si tienes bien la cantera, aprovéchala»
El proyecto de cantera no da resultados siempre, sino que llegan a largo plazo y tiene un coste que hay que asumir. Es un pozo donde entra el dinero, el talento y la ilusión, pero no siempre salen los objetivos. La meta principal de la cantera del Villa de Simancas es seguir formando y que los chavales sigan juntos porque están seguros de que la unión hace la fuerza y , como cree Juanjo, «es el principal factor de un club».
Juanjo, al que le gusta competir con chavales que llevan con él desde pequeños, puede estar orgulloso. Por la cantera han pasado jugadores del primer equipo, como Rodri, Pablo Gil e Iñaki Rodilana. El entrenador, Diego Macón, ha tenido siempre como primera opción a los jugadores de casa desde su llegada. Esta temporada, sin ir más lejos, ya han debutado algunos futbolistas en Tercera División. Del cuerpo técnico reconoce que «está muy implicado», al llevar con ellos tres años. Esperan que sean más, a pesar de la situación que viven ahora en la tabla de clasificación, de la que «esperan salir».
Como ejemplo de cantera, Rodri. El máximo goleador del equipo, a juicio del coordinador, es uno de los mejores jugadores procedente de la escuela del Simancas. Por el tesón del chaval, por ser un jugador que viene desde abajo y que a base de ese trabajo ha llegado donde está. «Es un fijo de Diego y está respondiendo con goles», comenta Juanjo. Tantos que podría haber marcado en otro conjunto –tuvo posibilidades de irse–, pero no abandonó al Simancas. «A mí me enorgullece porque es un chaval de toda la vida de la cantera», dice contento.
«Nos pegamos cada día con la economía»
Como Juanjo, que no es natural de Simancas, compiten en este club chavales de La Pedraja, Boecillo, Rueda, Esguevillas, Olmedo o Viana, aunque la mayoría son del municipio que vio cómo el ascenso a Tercera trajo un impacto económico «bastante fuerte». Con haber llegado a Regional y disfrutado de la competición, muchos ya se daban por satisfechos.
«Fue un golpe que nadie esperaba, terminando segundos y de rebote –por el ascenso del Real Valladolid B– obtuvimos el billete a Tercera». Pero todo lo bueno trae consigo algo negativo; y es que a pesar de que el club está saneado, la categoría supone un esfuerzo muy grande que, a duras penas y con ayuda de los habitantes y del Ayuntamiento, logran sacar adelante.
La gente de Simancas está respondiendo; se hace socia y va a los partidos, esfuerzo que agradecen. Pero falta mucho por conseguir, las instalaciones se están quedando pequeñas al contar con veinte equipos. El césped tiene fecha de caducidad y se ha solicitado al Ayuntamiento de la localidad que hagan otro campo de hierba. Porque es ahí, en el tapete verde, donde los sueños se forjan y donde se pueden cumplir, si el club de la camiseta por la que luchas decide ir a muerte por ti.