El delantero del filial es diferencial cada vez que juega con el Promesas y ofrece un rendimiento que le destapa como alternativa en cada participación con el primer equipo

Llega un momento en la vida en el que el crecimiento del ser humano le hace estar entre dos tallas, una de infante y otra de adulto. La una se queda pequeña, la otra se viene grande, y la madre, por norma, enloquece. Esa etapa intermedia no escrita ni descrita en ningún manual del buen padre es tan habitual como la resignación con la que el niño la pasa –o la niña; no se me enfaden–. Es más, muchas veces incluso produce orgullo, como ese dolor que aparece detrás de las rodillas antes del estirón. Invita a quien lo padece a proclamar, con firmeza, que «ya soy mayor». Aunque no.
La maduración del futbolista no escapa a esta cuestión, aunque no siempre se produce luego el estirón que confirma la mayor. Es más, a veces, ni tan siquiera se llega a dar esa talla intermedia. Como en la vida misma, vaya. Los hay que producen quebraderos de cabeza a sus tutores y crecen, otros que se estancan y unos últimos que se quedan pequeños, en términos del balón, escasos de calidad, proyección o ambas. Al final, cada persona es un mundo, y, por ende, también cada jugador; ni el preadulto ni el futbolista en formación es masa de bollería industrial, amoldable y que acaba siempre hecha.
Yendo al caso concreto, tiene el Real Valladolid en su estructura por lo menos a uno de esos chicos que empiezan a ver cómo el tallaje de niño se le va quedando pequeño y, a la vez, el de adulto no termina de ser aún el suyo, si bien parece que terminará siéndolo. Se trata del delantero del filial Guille Andrés, diferencial cada vez que juega con el Promesas y que suma cada vez que participa con el primer equipo.
El atacante de Xàtiva lleva cinco goles con el Real Valladolid Promesas en los 564 minutos que ha jugado –repartidos en siete encuentros–, por lo que promedia uno cada 112’8 minutos. Pero, por encima de estos números están las sensaciones,difícilmente inmejorables. Sin él sobre el pasto, el equipo de Rubén de la Barrera adolece de una referencia que amenace y ordene, que permita la aparición de espacios o se asocie con tanto tino jugando como ‘nueve’.
En su ausencia, han jugado arriba Toni, Jorge Hernández y el juvenil Dani Vega, y ninguno de ellos marcó ejerciendo como sustituto –sí arrancando desde posiciones más atrasadas: Toni hizo un gol y Jorge otro en este mes y medio sin Guille–. Asimismo, la media goleadora ha bajado en su ausencia, de 2’14 goles por partido a solo uno.
Además, durante este tiempo, el filial ha sumado seis puntos de los dieciocho en juego, frente a los trece obtenidos en los siete encuentros en los que ha participado. Dicho de otra manera: el conjunto que dirige Rubén de la Barrera, sin Guille Andrés, pasa de sumar un 61’9% de los puntos a solo el 33’3%, cuestión que habla, como todo lo anterior, de su importancia capital.

Foto: Real Valladolid
Crecimiento a las órdenes de Rubi,
pese a la inactividad relativa
Con todo, las cifras anteriores no son más que eso, fríos números, que, sin embargo, sí validan las teorías de que sin Guille Andrés el Promesas es menos y de que si la Segunda B no le queda pequeña poco le falta. La pregunta es, ¿le queda la Segunda grande?
Desde que se lesionó Roger, el delantero del Promesas ha ido convocado con el primer equipo en siete partidos ligueros y ha jugado en dos ocasiones. Acumula 55 minutos en la Liga Adelante, después de disputar diez ante la Ponferradina y la segunda mitad del encuentro ante el Mirandés. A ello hay que sumarle el partido de Copa contra el Girona, en el que jugó setenta minutos y marcó un gol antes de convertirse en Trending Topic.
Aunque sobre, echando cálculos se puede decir que lleva un tanto en algo más de dos horas disputadas a las órdenes de Rubi. Pero, ¿por qué sobra? Porque, una vez más, valen más las sensaciones, que invitan al optimismo. Cuajó un partido enorme en el duelo copero, en su debut liguero acrecentó el peligro que el Pucela llevaba a la puerta de Dinu y en Anduva fue el principal partícipe del arreón que amenazó con dar la victoria a los blanquivioletas.
Todo uno, le ha llevado a recibir una serie de elogios más que merecidos por parte de sus dos técnicos, Rubén de la Barrera y Joan Francesc Ferrer ‘Rubi’. Y también en las gradas agrada, en las de Zorrilla y en la de Los Anexos. Tal es así que parte de la afición se ha mostrado en redes sociales favorable a su titularidad con el primer equipo.
Por el momento, Rubi se ha decantado por otras alternativas en la punta de ataque –véase; Óscar Díaz, Jeffren o incluso Bergdich en instantes puntuales–, lo que no sería descabellado pensar que se volverá a dar este domingo frente al líder, la UD Las Palmas, contra quien no es descartable que vuelva a ir convocado, pero para ver como otro es titular.
No obstante, volviendo al inicio, y viendo los antecedentes ya citados, no parece que apostar por comprarle un jersey con talla de adulto sea un error; quizá hoy no lo llene, puede que sí mañana. Porque, de pleno derecho, y aunque aún no lo sea, él ya puede decir aquello de «ya soy mayor»; pues, si todavía no lo es, ya se le espera. Y si bien es cierto que no por mucho tallar se crece más temprano, oiga, si le duele detrás de las rodillas, será por algo.