Una serie de partidos a buen nivel convirtieron al colombiano en uno de los jugadores más piropeados del Real Valladolid. El problema ha venido cuando le hicieron creer que era Cristiano Ronaldo

Foto: Real Valladolid
Vino como lateral, poco después se probó como interior y ahora lucha por el Balón de Oro. Hablamos de Johan Mojica. Está en otra dimensión. En la quinta, como mostró Cristopher Nolan en ‘Interstellar’. O como la canción de Chenoa. Eso ya lo dejamos a elección de cada uno.
Dejando las bromas a un lado, lo cierto es que Rubi tiene un problema cuando lo que había encontrado era una solución. Mojica explotó, aportándole al Valladolid verticalidad, velocidad y frescura en los últimos metros. Pero subió a una nube que no le correspondía y ahora parece difícil bajarlo de ahí.
El colombiano lleva varios partidos eligiendo mal, perjudicando al equipo mientras busca la gloria individual. Acciones de pase atrás finalizaban con un disparo inexplicable y contragolpes cuya meta era el gol morían en un estéril regate que se estrellaba en las botas de un rival.
En Sabadell tuvimos los últimos ejemplos. Mojica se olvidó de Óscar Díaz en una jugaba que invitaba a asistir en vez de rematar, y minutos después dirigió una contra letal sin ánimo de permitir que la finalizara otro. Quiso ser director y protagonista. Tarantino sin talento para ser Tarantino. Los tres blanquivioletas que lo acompañaban en la transición se quedaron mirando al vacío. La típica mirada del que no entiende el desenlace que acaba de vivir.
Rubi sabe que Mojica se ha equivocado, aunque prefiere defenderlo ante la prensa, buscando dar cariño y protección al ex del Rayo, siendo como un padre para él. De puertas hacia dentro te digo lo que pienso, pero fuera seré tu escudo. Nadie te pisará. Está bien y es entendible. Sin embargo, no valdrá de nada si Rubi no le obliga a cambiar su egoísta mentalidad.
A Mojica hay que hacerle ver que es importante para el Valladolid y puede serlo aún más. En su mano está. Leer el fútbol en lugar de buscar el foco. Tiene aptitudes para seguir creciendo. Esperemos que también tenga una escalera con la que bajar de la nube.