El Real Valladolid cosecha su segundo empate de manera consecutiva en su segunda salida seguida, ante un Sabadell valiente, pero inferior

El Real Valladolid no pudo pasar de un pobre empate a cero en la Nova Creu Alta ante un Sabadell que fue valiente, pero que es inferior. Suena esta afirmación tajante, pero así lo dice la tabla y la calidad medida hombre por hombre entre uno y otro equipo, así como los objetivos de unos y otros. Ciertamente, son muchos los tópicos que se pueden aplicar con validez a la segunda igualada sin goles cosechada en una semana: que si se sigue sumando, que si la portería se mantiene a cero, que si se generan ocasiones y se pudo ganar… Pero, de nuevo, también se pudo perder. Y la imagen no fue la mejor.
No fue mala la primera mitad; al contrario. El balón fue de los de Rubi y hubo cierta fluidez. Y también alguna oportunidad, aunque otra vez faltó el acierto. Y esto ya es preocupante, aunque el entrenador de Vilassar acostumbre a quitarle hierro al asunto.
Por quinta vez en lo que va de curso, el Real Valladolid no marcó. Y lo que es peor, aunque Mojica y Bergich sostienen al equipo a ráfagas, aquellos jugadores llamados a dar un mayor nivel están faltos de consistencia. Omar, en el tiempo que estuvo en el campo, no lució, por enésima vez. Como tampoco lo hizo Jeffren. Óscar Díaz en apoyo sigue siendo importante pero no resolutivo. Y Óscar es más efectivo que regular.
Así, otra perogrullada que se puede decir es que el Pucela solo puede mejorar. Y probablemente sea así. Si con lo antes comentado está en la parte alta de la tabla, el día que rompan ‘los buenos’ esto puede ser un no parar. Porque por ahora, los que deben dar un plus en ataque no lo están haciendo, y claro, pasa lo que pasa: que toca fiarlo todo a Mojica y Bergdich, que a veces funcionan y ganan partidos, pero, seamos sinceros, no son Cristiano y Luis Suárez.
Como prueba, la segunda mitad del cafetero. Todo lo bueno que hizo en la primera parte se fue en la segunda por el sumidero. Si antes del asueto pudo marcar en una jugada personal que mezcló explosividad con técnica, rapidez para deshacerse de su par con un caño magistral, tras el descanso acabó desquiciando a sus compañeros por sus pobres elecciones, en el fondo y la forma.
Personificó el bajón del bloque, que dejó escapar el triunfo en un pobre segundo periodo. Se pasó de la ocasión de ‘El Correcaminos’, de otra de Samuel y una tímida de Óscar Díaz a que Javi Varas salvase ante un latigazo de Gato. Ello, aderezado de alguna que otra intentona de los dos equipos en el periodo dominado, que no fueron más que eso, puro atrezzo.
En fin, que, otra vez, el Real Valladolid bajó el nivel tras el descanso y a domicilio. Y lo que es peor, fue una vez más incapaz de activar a Óscar, que es como el fluorescente que parpadea en el baño de un restaurante de cocina creativa; de vez en cuando, ilumina, aunque poco; y, entre tanto, en lo que alguien decide subirse a una silla para colocarlo ‘en su punto’ o para cambiarlo, el grupo está obligado a innovar como si de un chef experto en deconstrucción se tratara.
Dicho en castellano antiguo: si Óscar no se encuentra, el Pucela no se encuentra. Y eso es un problema. Porque por momentos se juega bien, mejor que bonito. Y la clasificación habla por si sola: no estamos tan mal, que diría el otro. Pero siempre se puede mejorar. Y el ascenso pasa por hacerlo. Por dejar la pobreza y lo insuficiente y ganar allí donde los ascensos se pueden llegar a perder.