El Real Valladolid adolece de gol en un partido que debió ganar por ocasiones

Foto: Real Valladolid
La lesión de Roger se está convirtiendo en un mal endémico. Si hasta ahora no nos hemos cansado de señalar los males del infortunio y de teorizar sobre las posibles soluciones, ya conocemos, tras el partido ante la Ponferradina, en qué se traduce la baja del pistolero.
Como dijo Jack ‘El destripador’, vamos por partes. El primer trozo de tarta se lo lleva Óscar Díaz. El madrileño no es un goleador nato, es evidente. Sin duda, puede hacer goles, pero no es su principal característica. Y esto, servidor no lo tiene como cierto por el poco bagaje que el delantero atesora hasta el momento en lo que a goles se refiere, sino por las ocasiones marradas en el último partido. Esas oportunidades son las que un delantero centro no perdona, esas en las que el instinto y el instante se imponen a la cabeza y a la lógica en un trance supino que lleva el balón hasta la red. Óscar Díaz esto no lo hace de forma natural, y ello es el primer mal bocado.
Cierto es que la responsabilidad del gol no es coto privado del que juega más adelantado. Óscar, quien en juego se muestra, por momentos, excelso, no está viendo puerta con asiduidad, siendo esta una de sus características más notables. Frente a la Ponfe, la maraña que tejió Manolo Díaz hizo que el charro bajara hasta el centro del campo más de lo habitual para hacer llegar el balón a zona de tres cuartos. Y sí, lo consiguió, pero con ello, también, no pudo llegar de manera clara a zona de remate, con lo que el equipo berciano se quitó un dolor de cabeza de forma tan eficaz como premeditada.
¿Y los demás? Pues Bergdich no estuvo mal, pero no fue decisivo, y a Mojica no se le vio lo suficiente. Bueno, en el gol anulado por agarrón de Óscar Díaz sí, pero, como aquí lo que importa es el resultado y este no se movió, pues así nos quedamos. Pocas más combinaciones hubo entre ‘The Brothers’.
¿Y el partido se define solo en fallos de ocasiones? Obviamente no, pero esto se titula ‘El Detalle’ y el más importante ha sido que no la metimos. Y no meterla es una desgracia en cualquier lado, y también en Segunda División. Lo positivo de ello es que es un mal diagnosticado, que lo contrajimos cuando perdimos a Roger y para el que habrá que buscar un remedio no tardando. Como tarde, como con la vacuna frente al ébola, en enero de 2015.