El Real Valladolid hace méritos para doblegar al Real Betis Balompié, pero la falta de acierto en las pocas oportunidades creadas provoca un empate que sabe a poco
Un buen Real Valladolid fue incapaz de hacer doblar la rodilla a un Real Betis Balompié anodino y plano. El punto obtenido se antoja insuficiente para los locales y un premio para los visitantes, toda vez que el dominio fue blanquivioleta durante la práctica totalidad del encuentro.
A los verdiblancos, hoy vestidos de amarillo y negro, bien se les podría acusar de estar imitando al Peñarol uruguayo, por aquello de la casta, porque, lo que fue fútbol, ofrecieron poco.
No es que los de Rubi se exhibieran, pero, al menos, sí pusieron más de su parte para llevarse el triunfo. A los de Julio Velázquez les pareció bastar con el punto, viendo su planteamiento, más de electricista que de artista. Les funcionó, pues cortocircuitaron a los blanquivioletas, pero no les bastó para nada más, ya que su creatividad fue nula, aun teniendo a varios de los mejores jugadores de la categoría.
El inicio respondió al tópico del respeto y el tanteo. Los dos quisieron ver cómo respiraba el de enfrente y tardaron en atreverse a intentar romper a jugar. El Betis, de hecho, nunca lo hizo, y el Pucela no lo consiguió con demasiada fluidez por su planteamiento. Alfred N’Diaye salió en la mediapunta con una clara finalidad, la de ensuciar la salida de balón de Valiente y Rueda, y Matilla se incrustó tanto entre los centrales en fase defensiva que pareció uno más de ellos.
Por si esta maraña no fuera suficiente, en multitud de ocasiones, tal y como acostumbra, Bergdich se venía hacia adentro, como Alfaro, y Óscar Díaz se descolgaba para buscar los balones de los que no era surtido, de manera que la congestión era semejante al día de Ferias en el que en la Plaza Colón dan tarta de San Lorenzo. Y Rueda no hallaba una salida depurada. Y Leão se las veía continuamente con el omnipresente N’Diaye y su fiel escudero Lolo Reyes. Vaya, que la mañana no estaba para hilar fino.
Con el paso de los minutos, el Real Valladolid fue afianzándose e imponiendo su dominio, o algo así, porque tampoco hizo sufrir en exceso a la defensa bética. Óscar Díaz lo intentó, su tocayo González también, Bergdich hizo cositas… pero nunca con demasiada claridad. ‘Caballo Loco’, en una de sus galopadas, se topó de bruces con Adán en una jugada en la que bien pudo haber penalti.
La ocasión más clara fue para Óscar, pero el guardameta madrileño la solventó con brillantez. El que fuera arma arrojadiza de Mou dominó las inmediaciones de su puerta como el más bregador de los pivots. Descolgó del cielo cada balón elevado con el que los blanquivioletas trataron de superarle, como si fueran rebotes pendientes de que alguien captara el rebote ofensivo e hiciera un mate.
Funcionó incluso en la intimidación, ya que, en la segunda mitad, hubo algún centro que no encontró siquiera la amenaza del remate. Antes, tocó intentarlo desde fuera, o bien seguir buscando ser profundos sin demasiado éxito, o por lo menos sin el rédito del gol. Los de Rubi lo intentaron con algún tiro exterior o con aquello que el catalán dijo que le iba a pedir a Óscar, que ahondase más.
Así, el salmantino, que ya había rondado las inmediaciones de la meta bética en la primera mitad, apareció más, por sí mismo y para sus compañeros, pero de nada sirvió. Y eso que Zakarya Bergdich encontró un sustituto digno en ‘El Correcaminos’ Mojica, que fue el encargado de agitar el árbol hacia el final. Ayudó, también, que N’Diaye, cambiado y con tarjeta, dejó de ser un incordio. Jorge Molina, que entró por él, no lo fue.
El Betis acabó plantado con un 4-3-3 en el que Pacheco, Molina y Rubén Castro podían suponer una amenaza importante, pero lo fueron solo tímidamente y la defensa del Real Valladolid, muy sobria, impidió que llevasen peligro a la meta de Javi Varas, casi inédito, aunque resolutivo cuando debió intervenir.
El empate les pareció venir bien, en vistas a que no hubo acoso e incluso acabaron perdiendo tiempo, de usted, en los minutos finales, cuando se vieron agobiados por un Pucela que se había demostrado, con poco, bastante más ambicioso.
La sensación que deja el encuentro, con todo, es que el Real Betis Balompié no quiso mucho y los locales no fueron capaces. Después de una primera mitad bastante insustancial, los de Rubi fueron creciendo hasta hacerse acreedores del mérito del triunfo. Pero como esto va de marcar goles, y los verdiblancos se defendieron bien… Para el ascenso, el objetivo de los dos, a los vallisoletanos les puede valer, porque contra rivales de menor entidad, con lo visto en el partido bastará. No así sucederá para los vallisoletanos, con dinamita, pero sin fútbol ni intención.