La dirección deportiva del Real Valladolid baraja adelantar el fichaje del punta anhelado en verano y aplazado para invierno después de la grave lesión de Roger. Aranda y Arizmendi, dos de las opciones que ofrece el mercado

El domingo, sobre el césped de El Molinón, Roger lloró amargamente. Como el niño que, por otros motivos, forma parte de su apodo. No hubo muescas esta vez. Si acaso, muecas. Sabía, sentía, que Billy tardaría en volver a disparar, y le embargó la tristeza, no solo el dolor. En una primera auscultación, los servicios médicos del Real Valladolid creyeron ver algo grave, sensación que ayer por la tarde se confirmó: rotura del ligamento cruzado anterior de la pierna derecha.
El tópico, cuando se dan situaciones semejantes, dice que «saltan las alarmas». No en este caso. El pesimismo desde el primer momento era poco halagüeño, y antes incluso de que se le realizasen las pruebas al jugador se daba por seguro que la baja sería prolongada. La certificación vino a refrendar una idea que flotaba ya en el ambiente: hay que acudir al mercado. El delantero en el que se pensó en verano, que había pasado a ser una opción de cara al mercado invernal, se convierte en prioridad; casi –o sin el casi– urgencia.
La cuestión es que la situación económica del Real Valladolid es delicada. No corre peligro, pero las arcas no están precisamente llenas. Sin ambages: no hay apenas dinero para fichar. El que quedó del periodo estival se guardó de cara al siguiente esperando que entonces pudiera ser suficiente para convencer a algún eventual objetivo. Pero la caja de caudales puede ser abierta ya.
La dirección deportiva confía en que los jugadores que conforman el ataque del filial puedan seguir ayudando como hasta el momento han hecho, pero, más que ayuda, sustituir a Roger Martí es una gran responsabilidad; pues él fue una de las principales apuestas de cara a esta temporada. Y si la plantilla se antojaba corta de efectivos con dieciocho jugadores de campo, ahora lo hace más.
Jorge Hernández seguirá siendo, a todos los efectos, el primero de los canteranos a utilizar; en adelante, con más motivo. Guille Andrés, que se ha ejercitado ya alguna vez a las órdenes de Rubi, lo hará, previsiblemente, con mayor asiduidad, y no sería descabellado pensar en que entre en alguna convocatoria, máxime cuando en el Promesas es el principal goleador.
Pero la sensación es que no basta, no porque no confíen en ellos, sino por esa carga antes mencionada. Por eso se trabaja ya en alternativas y existe en el seno de la entidad la franca convicción de que vendrá un delantero. Y, para hacerlo a estas alturas, debe estar libre o tener licencia española, se trate de la categoría de la que se trate; en cuyo caso habría que llegar a un acuerdo con el club al que pertenece.
Dada esa economía de guerra, esta última alternativa parece, a priori, descabellada. Y de la primera hay dos nombres que ya se han barajado, los de Carlos Aranda y Javier Arizmendi. Esto no quiere decir que se haya entablado negociación alguna, pues Braulio y su equipo deben rastrear con anterioridad el mercado, pero son dos de las posibilidades que tienen en cartera para reforzar el plantel, toda vez que ambos están sin equipo.
El primero, abandonó el pasado verano la Unión Deportiva Las Palmas, con quien jugó veintinueve partidos en pasado curso, en los que hizo nueve goles. El segundo, rompió el verano su vinculación con el Deportivo de La Coruña, con el que disputó diecisiete encuentros y anotó dos tantos en la temporada anterior, en la que los blanquiazules terminaron obteniendo el ascenso a Primera.
A sus treinta años, Arizmendi ha militado en nueve equipos, por los catorce de Aranda, cuatro años mayor. Ambos vendrían a cumplir ese perfil de jugador «distinto» que se buscó –sin éxito– en verano, y al que se dará prioridad ahora, toda vez que para realizar un juego más combinativo se valoran como válidas las opciones que ya hay en nómina (filial incluido).
Con todo, y aunque son dos jugadores que están apuntados en la libreta de Braulio –Arizmendi, de hecho, se ofreció una vez dejó el Deportivo–, a buen seguro no serán los únicos. Lo que es cierto es que el fichar a un delantero ha pasado de ser una opción a convertirse en una obligación, matizada, pues no se quiere fichar por fichar. Como en verano, en todo caso, se hará por convencimiento, se llame como se llame el punta.