Algunos morirán de envidia este domingo
Ya se está el baile arreglando.
Y el gaitero, ¿dónde está?
«Está a su madre enterrando,
pero enseguida vendrá».
«Y ¿vendrá?» «Pues ¿qué ha de hacer?»
cumpliendo con su deber.
vedle con la gaita…, pero
¡cómo traerá el corazón
el gaitero,
el gaitero de Gijón!
Imagen: Biblioteca Cervantes
Los lamentos de un gaitero en Gijón se escuchan eternos a través de los versos de Ramón de Campoamor. A decir verdad, al gaitero no le queda otro remedio que ejercer su profesión para no morir de hambre casi a la vez que entierra a su madre. El poema del asturiano parece un canto de resignación, de puro realismo; algo parecido a lo que al Real Oviedo le tocará vivir este domingo. Y es que, los carbayones tendrán que enfrentarse al segundo equipo de su club hermano para poder volver a jugar contra este.
Desde que en la temporada 2001/02 el club ovetense descendiera a Segunda División, su recorrido ha sido un auténtico infierno: dos temporadas en la división de plata, seis en Segunda División B y cuatro en Tercera. No han enterrado a la madre, pero casi.
Por suerte, si de corazones hablamos, el Real Oviedo puede sacar pecho: este año serán más de 12.000 los frecuentemente que se den cita en el Carlos Tartiere. El baile en Oviedo, la fiesta, un año más será grande, se celebre donde se celebre y contra quien se tenga que hacer.
Y es injusto por demás
que tengáis, ojos serenos,
a los que, de amor ajenos,
os aman menos, en mas,
y a mí que amo más, en menos.
Campoamor, que hoy en día es considerado un poeta de segunda fila, nació el mismo año que José Zorrilla, en 1817. Con dicha efeméride, parece más creíble que estrofas como estas del poema ‘A unos ojos’ nos remitan a circunstancias muy cercanas de cara a los partidos que el Real Valladolid (tanto Promesas como primer equipo) tendrá que afrontar el próximo domingo.
Y en verdad, es injusto que sea el Sporting de Gijón quien tenga que enfrentarse al Real Valladolid, que tengamos que jugar con quien menos nos ama y que un azar haga que el mismo día, como recordando dónde está cada uno, sea el Promesas quien deba jugar con quien más nos quiere. Parece que el destino haya querido enmarcar un cruce de caminos que es tan significativo como anecdótico.
Los amantes de Zorrilla
Por suerte, aquí en Valladolid sabemos cómo cuidar de un amor. Por ello, el domingo abriremos nuestra alcoba, aunque por categoría no tocara, para decir a la vetusta Oviedo:
Para formar tan hermosa
esa boca angelical,
hubo competencia igual
entre el clavel y la rosa,
la púrpura y el coral.
Y cantaremos las dos aficiones juntas que en casa no hay derrota, y el niño de Pucela cantará enamorado a la niña de Oviedo, porque no habrá cosa que sienta que no pueda decir, ni cosa que diga que sea mentira. Y así, robándole versos a Campoamor y siendo sinceros Don Juanes, tendremos la fiesta en casa. No hará falta mucho más.
El gaitero, que siga tocando triste en Gijón, y que más triste lo haga cuando la ciudad muera de envidia al ver a dos enamorados gozando en la cama por la mañana y a su madre muerta con tres estocadas por la tarde. Sin corazón, ya está el gaitero de Gijón.