El Real Valladolid recibió críticas por el juego mostrado ante el Tenerife. Asusta lo que se llega a infravalorar un triunfo en la Liga Adelante

No sé en qué momento sintieron algunos que el Pucela era el Barcelona de Guardiola. Que tenía la obligación de ganar dando exhibiciones. Hemos pasado una temporada sin rascar casi victorias y, ahora que las tenemos, optamos por despreciarlas.
En Valladolid somos así. Extremistas. Y muy dados a olvidar. Siempre ha sucedido. Como cuando te encuentras 40.000 personas en la Plaza Mayor celebrando un ascenso, fingiendo que aman al Pucela por encima de todas las cosas, y semanas después, 25.000 de ellas ni se asoman por las oficinas para sacarse el abono.
Seguramente, muchas de las críticas que recibe el equipo de Rubi estos días lleguen desde esa masa social que acude a los festejos y el resto del año ve los partidos por la tele. Vamos, los que no pisan la iglesia durante una boda, pero se beben hasta el agua de los floreros en la barra libre.
El domingo, en Twitter, leía cosas como «qué mal juega el Pucela» o «es un desastre la banda izquierda». Incluso llegué a encontrarme con un «hay que espabilar, no todo es ganar». ¡Vaya! No todo es ganar. ¡Quedémonos en segunda otro año más haciendo un fútbol majestuoso ganando lo justito! Guardiola, esto no te lo perdono. Ni a ti ni a Valdano. Bueno, a Valdano no le perdono demasiadas cosas, pero eso es otro tema.
Lo curioso es que miras la clasificación y te encuentras al Real Valladolid en la segunda posición, con tres victorias consecutivas y en claro crecimiento. Con la dificultad que conlleva el hecho de haber superado un palo psicológico como el descenso y reconstruir, mental y futbolísticamente, un equipo que estaba hundido. Betis y Osasuna, que bajaron de la mano del Pucela, están a tres y cuatro puntos, respectivamente, del conjunto blanquivioleta.
El día que vengan mal dadas, que vendrán, imagino una versión apocalíptica de la ciudad, con tanques en las calles y escenarios como los que te encuentras en ‘Destiny’ cuando enciendes la Play Station. Y eso por parte de un sector de la afición. De ciertos periodistas, que parecen impacientes por encontrarse de frente con el tropiezo pucelano, es mejor no decir nada. Se les ve venir más que al trágico final de Titanic.
Con todo, yo opto por seguir disfrutando del momento, consciente de que nada es eterno, y menos en el fútbol. Opto por valorar las victorias en su justa medida, sabiendo que la Liga Adelante es dura y habrá partidos en los que se ganará sin dar espectáculo. Como Telecinco, que gana en audiencia teniendo contenidos absolutamente desagradables. Pero es lo que hay. La prioridad es sumar, no agradar. Las sensaciones no te llevan a primera. Los puntos, sí. Y los detractores, por mí se pueden ir con Juanma Lillo a teorizar sobre fútbol.