Análisis del próximo rival del Real Valladolid
Un histórico en horas bajas, un clásico de Primera División que lucha por volver a serlo algún día. Ese será el siguiente reto del Real Valladolid, un Racing de Santander al que últimamente le ha dado por jugar al ascensor después de caer en dos temporadas desde la Liga de las estrellas a Segunda B, para acto seguido regresar a la categoría de plata apenas un año después.
Así se las gasta un conjunto cántabro que, lejos de soñar con otro ascenso, tendría más que suficiente con mantenerse en esta ocasión. Y es que la crisis afecta, y de qué manera, a un equipo que no tiene otra opción que mirar con añoranza al pasado recordando tiempos mejores.
Cantera y economía de guerra
La nombrada vuelta a la Liga de Fútbol Profesional, con un meritorio ascenso, terminó por convertirse en algo tan necesario como épico para los racinguistas. Y es que pese a que todo terminó con final feliz, hubo varios momentos en los que parecía claro que no sería así. ¿La culpa? Como suele ocurrir en este mundillo del fútbol, la tiene una vez más el vil metal.
Era el pasado 30 de enero cuando los jugadores del Racing, en el que debería haber sido un entretenido enfrentamiento ante la Real Sociedad, se quedaron en el centro del campo sin hacer amago siquiera de pelear el balón. El árbitro, avisado previamente, fue a hablar con ellos. Se suspendía el partido. La razón era simple. La plantilla, harta de la directiva encabezada por Harry, había prometido plantarse si no dimitían los dirigentes antes de que el trencilla diera comienzo. Y así fue.
En una temporada de locos, esa fue la tónica de los cántabros durante toda la campaña, de manera que se daba la cara sobre el campo, pero a la hora de cobrar nadie parecía poner solución. La aventura parecía destinada al fracaso, mientras la afición se rebelaba día sí y día también. A mitad de año, mientras el equipo seguía dando el callo, el juez que llevaba el caso del club decidió convocar a la Junta de Accionistas, que a su vez destituyó al Consejo. Todos fuera, tocaba revolución.
Con la posterior llegada de Juan Antonio Tuto Sañudo al sillón de presidente y ya con algo más de tranquilidad, el que se ha mantenido a base de bien en el banquillo obrando el milagro del ascenso la temporada pasada fue Paco Fernández. Con más paciencia que el Santo Job, el reto de mantener al Racing en Segunda es la siguiente meta para el técnico.
Plantilla justita
Y para ello los verdiblancos deberán optimizar una plantilla prácticamente idéntica a la de la temporada pasada, la misma que consiguió el ascenso, con el lógico hándicap de que se trata de una categoría mayor. Apenas un par de retoques labrados en Segunda, como la incorporación de Samuel de la Ponferradina o la postrera llegada de Adán desde Zaragoza para apuntalar la delantera, unida a la promoción de los chavales Fede y Concha. La economía no está para malabares.
Así, en los dos primeros encuentros el Racing ha mostrado hechuras de equipo con ganas de salvar la categoría pero con bastante candidez en ataque. Precisamente la llegada de Adán, sumado a la compañía de Koné y Mariano en punta, supone un soplo de aire fresco para la afición, que ya encara los próximos encuentros más optimista.
Si nos agarramos al último precedente, lo cierto es que los de Fernández cayeron derrotados por 1-2 en la visita del Mirándes, pero mucho tuvo que ver la mala fortuna. No es habitual encontrarse hasta en cuatro ocasiones con el palo, por lo que, como bien ha reconocido Rubi, queda claro que el Racing será un rival a temer.
Curiosidad del rival de esta jornada: El conjunto cántabro fue uno de los diez que integraron la primera competición de Liga, allá por 1928. Además, fue el único que se lo ganó por derecho propio, tras ganar en las eliminatorias a Betis, Valencia y Sevilla.