En Lugo se vio la versión más generosa del Real Valladolid, esa que te puede complicar la vida en la Liga Adelante

El calor veraniego da sus últimos coletazos y le pide al otoño que espere paciente su turno. Sin embargo, el Pucela se plantó en Lugo con piel invernal y un calendario situado en diciembre. En Navidad. Sacaron los regalos del saco y fueron repartiéndolos por el Anxo Carro con naturalidad.
El primer detalle fue la titularidad de Dani Hernández, cuyas manos blandas y timoratas recomiendan no dejarle un jarrón para que lo sujete mientras tú limpias la estantería. El venezolano mantuvo su versión nerviosa, intranquila. Los balones rebotaban en sus guantes como si estos fueran una pared. Rechaces al medio, acciones aéreas que te invitaban a contener la respiración…
No se entiende que Javi Varas fuera un espectador de lujo. Rubi lo achacó a la falta de entrenamientos, pero un portero no necesita el mismo tipo de adaptación que otro futbolista, menos aún si el guardameta titular ofrece las mismas garantías que Álex de la Iglesia intentando hacer buen cine.
El Lugo metió más balones al área en un rato que en toda la temporada anterior. Desde cualquier posición. La idea era sembrar el pánico. Y lo consiguieron. ‘Expediente Warren’ produce menos sustos que un centro al área blanquivioleta.
Bergdich fue el otro regalo. Rubi lo sacó para revolucionar el partido, pero lo que hizo fue otorgarle oxígeno a un Lugo que empezaba a pasarlo mal. El jamaicano quiso agitar y convirtió sus piernas en un nudo constante, hasta el punto de centrar siempre al segundo palo, donde esperaba la nada como respuesta. En una ocasión, su centro se fue directamente a la banda contraria sin ni siquiera besar el suelo.
Hoy por hoy, jugar con Bergdich es jugar con fuego. Corres el riesgo de que despierte al rival y duerma a los compañeros, ya que nadie logra entenderse con él. Quizá Rubi quiso darle la oportunidad para que el jugador no se sintiese señalado por sus malos minutos ante el Mallorca, pero el guiño individual se tornó en perjuicio colectivo.
Al final, el Lugo sufrió menos de lo previsto cuando el escenario indicaba lo contrario, y el Real Valladolid perdió un punto entre los guantes de Dani Hernández, que se postula como suplente para lo que resta de temporada.
Así las cosas, no todo es negativo. Rubi sigue manteniendo la idea de ir creciendo durante los partidos, acabando los mismos con presencia constante en campo rival y dominando tiempos y situaciones. La filosofía va calando poco a poco en los jugadores, a los que les falta decisión en los últimos metros y les sobra el muro psicológico que traen desde la pasada temporada.
El fallo está en confiar en ciertas piezas que no valen. Cabe esperar que Javi Varas y Alejandro Alfaro eleven el nivel en las próximas semanas. Si lo hacen bien, la idea de Rubi se verá reforzada. La confianza en el técnico sigue siendo máxima entre la afición. Solo pedimos que los regalos se hagan en Navidad.