Marta Andrés, hermana del nuevo delantero del Real Valladolid Promesas, habla sobre su trayectoria hasta llegar a orillas del Pisuerga
Busquen cuanto quieran. Es probable que jamás encuentren a nadie que conozca mejor a Guille Andrés, el último fichaje del Promesas, que su hermana Marta. La distancia a veces une más que separa, sobre todo por eso de que la sangre siempre está por delante, y porque por un hermano se da lo que haga falta.
Teniendo en cuenta que el de Xàtiva es aparentemente un jugador desconocido para el gran público, la primera pregunta era más que obvia. ¿Cómo juega? «Es un delantero con calidad, velocidad y gol», dice su hermana Marta, nacida cuatro años antes que él.
Cualquiera que esté acostumbrado a pasarse por Los Anexos, sabrá de sobra que la familiaridad es uno de los puntos fuertes en el entorno y dentro del Real Valladolid. Eso parece no suponer un problema para Guille, que según relata su hermana, «deja amigos por donde pasa». En ese punto, su sonrisa constante muestra su carácter, afable y cercano.
Los testigos de sus inicios en el mundo del fútbol fueron los vecinos de su ciudad natal, Xàtiva, donde jugó en una escuela privada en la que estuvo hasta edad juvenil, en la que dio el salto al ‘submarino amarillo’. «En su primer año en el Villarreal quedó campeón», recuerda su hermana. No solo eso, sino que su buen hacer lo dio a conocer al gran público.
Desde que marcó seis goles en tres partidos de la Copa de Campeones, su nombre y su estilo de juego no pasaron desapercibidos, ni para los equipos españoles, ni para los extranjeros. «Coincidió con la época en la que entrenó con el primer equipo. Apareció en el AS y en varias publicaciones inglesas», que relacionaban su nombre con equipos como el FC Barcelona, el PSV o el Aston Villa.
En la temporada 2011/12, volvió a casa, cedido al Olimpic de Xàtiva, donde su padre, el exjugador José Alemany, ejercía de director deportivo. Situación, aquella, que no todo el mundo sería capaz de sobrellevar, y que Guille asumió con naturalidad. «Ser hijo de futbolista es una presión más», responde con sencillez Marta.
Un año después partió hacia Inglaterra, con destino Wigan. Su marcha, como cualquiera en unas condiciones parejas, no resultó fácil, y así lo confirma su hermana. «Tenía contrato con el Villarreal pero asumió el riesgo de intentar crecer deportivamente en otro país. Siempre es difícil irse lejos, y más aún a un país con otro idioma y un estilo de fútbol diferente. Pero Guille siempre cuenta con el apoyo de su familia».
Cualquiera podría pensar que una vida como la suya, intensa, no deja tiempo para mucho más, pero en el caso del valenciano no es así. «Aparte de tener siempre muy claro que su sueño era este, acabó el bachillerato, hizo la selectividad y entró en la universidad. Ahora compagina sus estudios con el fútbol».
Después de dos curso en el segundo equipo de los latics, vuelve a España para jugar en otro, el del Real Valladolid. Así están siendo, según explica Marta, sus primeros días. «Lleva muy pocos, pero las primeras sensaciones son muy buenas. Está con muchísima ilusión, cree estar en un equipo donde se apuesta por los jóvenes y que tendrá oportunidades».
Como no podía ser de otra manera, viniendo de quien vienen, solo tiene palabras buenas hacia el atacante. «Estamos muy unidos, hablamos diariamente y siempre que puedo hago una escapada para verle. Siempre tiene una sonrisa en la boca. Para mí, el mejor». Por sí mismo, a través de los goles, ha de demostrarlo sobre el césped, de la mano de Rubén de la Barrera. Si lo hace, Rubi, como otros tantos, a buen seguro se fijará en él.