Rubén de la Barrera se estrenó en los banquillos con diecinueve años. Además de ser entrenador nacional, posee un máster en dirección de equipos de fútbol
Joven Aunque Sobradamente Preparado. Un JASP, que se suele decir. Así es el elegido por la dirección deportiva para llevar a buen puerto la al Real Valladolid Promesas en su nueva andadura en la Segunda División B. Joven porque llega a la capital del Pisuerga con tan solo veintinueve años. Sobradamente preparado como demostró en los dos equipos al frente de los que estuvo en la comunidad, Villaralbo y Guijuelo.
Desde que era juvenil, Rubén de la Barrera tuvo claro que quería dedicar su vida al fútbol, y en especial a dirigir equipos. Solo contaba con dieciocho años cuando decidió colgar las botas, y con apenas veintitrés ya disponía del título de entrenador nacional. Y por si esto fuera poco, no tardó en hacer un máster en dirección de equipos de fútbol en la Universidad de Murcia.
Su pasión le llevó a abandonar los estudios de INEF y a crecer de manera fulgurante. Su precoz trayectoria en los banquillos comenzó en el Ural, club tutelado por el Fútbol Club Barcelona donde entrenó en categoría benjamín y colaboró en juveniles. De ahí pasó al Arteixo juvenil, donde fue campeón de Liga y Copa, y de ahí al Montañeros, donde alcanzó la División de Honor.
Hizo una pausa en los banquillos para encargarse de labores de análisis para un conjunto andaluz de Segunda División, paso previo a su llegada al Villaralbo de la Tercera División castellano-leonesa, en la temporada 2011/12, en la que se convirtió en ‘matagigantes’ al conseguir quitarse de en medio a una ya extinta Unión Deportiva Salamanca y al Real Valladolid en la Copa Castilla y León.
Solo el Mirandés fue mejor. Aquel legendario Mirandés que se rebeló en Copa del Rey ante equipos de Primera División y alcanzó las semifinales de la competición. Aunque mayor mérito tuvo su actuación liguera, ya que consiguió a final de curso la mejor clasificación histórica del Villaralbo, logrando clasificarse para la promoción de ascenso a Segunda B, de la que fue apeado por el Sanse madrileño –que sí ascendió–.
En la pequeña localidad zamorana –de unos mil habitantes– estuvo un segundo año, en el que volvió a disputar play-off y llegó a ver a su equipo invicto durante 38 jornadas de manera consecutiva. No hubo un tercero, sino que paró, aunque nunca dejó el fútbol. Siguió bebiendo de numerosas fuentes antes de hacerse con el mando del Guijuelo.
Con un fútbol bonito y de calidad, sorprendió en su primera temporada en la Segunda División B. Cogió a un equipo que había estado a punto de descender de categoría y lo aupó hasta las posiciones altas de la tabla. Se mantuvo fiel a su idea, consiguió mantener a sus pupilos sin perder durante quince partidos, llegó a ser líder y acabó clasificándose para el play-off de ascenso a Segunda, donde el Leganés pudo más.
El pasado veintiocho de mayo hizo oficial su marcha del equipo salmantino y hoy, treinta de junio, el último día del año futbolístico, ha sido anunciado como nuevo entrenador del Real Valladolid B. Mañana, con la nueva temporada, se levantará decidido a trabajar en sus dos próximos objetivos: mantener al Promesas en la categoría y crecer. Él, más, y sus jugadores.