Hoy se cumplen treinta años de la consecución del único título oficial con el que cuenta el Real Valladolid, la Copa de la Liga de 1984, y veinticinco de la final de la Copa del Rey
Hace treinta años de la consecución del único título oficial que el Real Valladolid ostenta. Cuando los hirientes preguntan que qué ha ganado el Valladolid, presumiendo de saber que nada, el aficionado blanquivioleta siempre puede contestar que tenemos una Copa de Liga, un torneo que muy poquitos tienen y que es muy especial.
Sin ser esto mentira, casi es como auto engañarnos el escudarse en este título para plantar un palmarés que no existe. Y es que, en verdad, esta copa es el escudo ante los ataques que ‘de bajeza’ sufre el Real Valladolid. Esta temporada, por desgracia, seguro que ha tenido que actuar sobremanera.
Aun así, y estando en Segunda División, divisando con anteojos la gesta del treinta de junio de 1984, podemos estar orgullosos de nuestro equipo, también en lo que a títulos se refiere. Siempre que hay algo que celebrar en el seno blanquivioleta, se me viene a la mente este lema que no sé si está patentado o no, pero que siempre suele sacar una sonrisa a quien lo escucha: «Cómo no te voy a querer, cómo no te voy a querer, si me hiciste campeón de la Copa de la Liga con Pepe Moré».
A decir verdad, es triste que tanto aficionado blanquivioleta no haya podido tener la ocasión de ver algo parecido. Se ha visitado Europa, con más pena que gloria, pero también se ha visitado con asiduidad la Segunda División en estos últimos treinta años.
En una de estas estancias, el Real Valladolid de José Luis Mendilibar logró una de sus mayores gestas con ‘El Pucela de los récords’. En estos treinta años hemos pasado de levantar títulos a nivel nacional a dar con nuestros huesos en la huraña división de plata. Nuestra máxima aspiración esta temporada, será, una vez más, la Primera División. A secas, sin más.
Por eso, porque estamos, los que estamos, más a las duras que a las maduras, podemos decir aquello de: «Cómo no te voy a querer…». ¿Cómo no lo vamos a querer si jugando en Segunda, contra rivales que no sabemos situar en el mapa, seguimos acompañando a nuestro equipo?
Si algún día volvemos a repetir algo semejante a lo de aquel treinta de junio de 1984, nos lo tendremos más que merecido. Al igual que los aficionados del Real Madrid, podremos cambiar ya la sintonía, dejar a Pepe Moré en paz e inventarnos una nueva letrilla para acompañar victorias. O buscar un nuevo escudo, que este que hoy cumple treinta años, tiene ya muchos golpes.
Un cuarto de siglo sin finales
Muchos son los partidos que, en la actualidad, reciben la consideración de finales. En la temporada que viene de acabar quizá lo hicieran la mitad de los partidos, o por lo menos más de una docena. En las de verdad, en las que solo se ganan, y dan la recompensa de un trofeo y una vuelta al ruedo, cuan torero, hace veinticinco años que el Real Valladolid no está.
El treinta de junio de 1989 el conjunto blanquivioleta disputó una en el Vicente Calderón contra el Real Madrid, correspondiente a la Copa del Rey. Fue la segunda, primera y última en color, ya que en 1950 Saso, Lesmes, Coque y compañía llegaron al encuentro definitivo de la Copa del Generalísimo, que perdieron contra el Athletic Club de Bilbao, por culpa de los cuatro goles de Zarra.