La salida del delantero de Vélez-Málaga deja al Real Valladolid sin uno de sus referentes de las últimas campañas

Javi Guerra nos dice adiós; nos abandona. Por mucho que duela, era sabido, desde enero, o antes, incluso, que tenía decidido cambiar de aires y poner fin a su etapa como blanquivioleta, probablemente para firmar por el Cardiff, quien ya entonces nos quiso dejar ya sin él.
En los últimos días del mercado, próximos a febrero, empezaron los dimes y diretes con respecto a la posibilidad de que saliera en dirección a un club británico, al que se le puso nombre el 31 de enero. Suárez dijo que no, que no se iría, y así fue, después de que no cristalizasen las negociaciones al faltarle al Pucela un sustituto.
Guerra, que abandonó Zorrilla cariacontecido, se quedó para cumplir con el último halo de vida de su contrato, que expira el treinta de junio. La oferta del conjunto galés llegó a ser de unos seis millones de euros, pero… Pero su fichaje –llegó por 300.000 euros– se puede considerar amortizado gracias al rendimiento ofrecido hasta el final.
‘Heartbreak Nine’
Javi Guerra llegó al Real Valladolid en el verano de 2010, en un momento complicado y como un jugador relativamente desconocido. El equipo acababa de descender a Segunda y la entidad tenía la misión de construir un proyecto potente que convirtiese la caída en solo un tropiezo. Al final no fue así, pero el malacitano no tardó en levantar pasiones.
En su primera temporada no se logró el ansiado ascenso, pero los números del ariete fueron casi inmejorables. Hizo nada menos que veintiocho goles en 41 partidos, todos ellos como titular, en los que dispuso de 3590 minutos, cifras que le consolidaron como uno de los mejores jugadores de Segunda División y un delantero de garantías.
La siguiente campaña su actuación volvió a ser estelar. Bautizado por la parroquia de Zorrilla como ‘Guerra de mi vida’ y en este portal como ‘Heartbrek Nine’ (‘El Nueve Rompecorazones’) fue determinante para regresar a la máxima categoría del fútbol español. Sus diecisiete goles –repartidos 36 partidos, en los que jugó 2.934 minutos– contribuyeron a lograr el sueño de toda una ciudad.
Sin embargo, su debut en la Primera División, el pasado curso, no fue el soñado. Los continuos rumores sobre su posible marcha, durante el mercado estival, y su bajo estado anímico y de forma le lastraron durante gran parte de la temporada. Finalmente, y cuan ave fénix, resurgió de entre las cenizas y sus ocho tantos ayudaron al equipo a mantener la categoría sin pasar demasiados apuros.
El pasado verano la rumorología volvió a hacer aparecer. Volvió a estar en la rampa de salida, a pesar de su regular campaña. Pero todas las ofertas que llegaron a la mesa de Carlos Suárez fueron desechadas. El presidente solo lo dejaría salir si pagaban su cláusula, seis millones de euros. Y, tras unos meses locos, volvió a comenzar un nuevo curso.
Entonces llegó la explosión definitiva de Guerra en Primera, en un curso que, de no haber acabado en descenso, habría sido inmejorable para el de Vélez-Málaga. Su saldo final fue de quince goles en Liga, a los que hay que sumar uno en Copa, ante el Rayo. Jugó, en competición regular, 37 partidos, todos como titular, más los de la eliminatoria copera.
‘Un paseo para recordar’
Como el titulo de la película ‘Un paseo para recordar’, su trayectoria es digna de ser rememorada. Será difícil que la afición del Real Valladolid olvide todo lo que Javi Guerras ha dado. Nadie borrará los dos goles decisivos que anotó en la última eliminatoria de play-off ante el Alcorcón. El primero en Madrid, ese que dio alas para la vuelta en Zorrilla, donde neutralizó el gol inicial de Sales y se convirtió en el hacedor del ascenso.
Después de un año de introspección, en el curso que viene de acabar se reconcilió con la afición y consigo mismo. Sus goles dieron esperanza de cara a la salvación, que no pudo ser. Pero él siempre estuvo ahí. A pesar de que se pudo ir el último día de enero, no cejó en su empeño de seguir sumando e hizo cuatro goles en el tramo final, al Levante, el Sevilla y dos al Betis.
No por esperada su marcha deja el corazón intacto. Con el nueve a la espalda, ha dejado huella y escrito su nombre en la historia del club. A la afición la deja huérfana. El próximo curso habrá que buscar otro nueve al que corear cuando la megafonía suene y por el cual enloquecer cuando la nación de zombies invada Zorrilla.
Heartbreak Nine, gracias por todo. Gracias por tanto.