La Liga BBVA entra en su recta final y el Real Valladolid aparece en ella con opciones reales de salvación tras una temporada repleta de dudas

Al Real Valladolid le quedan algo más de siete horas de fútbol para saber su destino. Si lo comparas con las 168 de servicios sociales que deberá hacer Silvio Berlusconi, quizá parezcan pocas, pero pueden acabar convirtiéndose en una eternidad. Lo esperado cuando caminas sobre la agonía y necesitas un desenlace rápido.
Las cuentas pasan por lograr tres victorias o dos victorias y algún empate. Parece fácil, aunque todo se complica cuando observas que Juan Ignacio Martínez solo ha salido triunfador en ocho de sus últimos cincuenta partidos en Primera División. Sin embargo, el escenario invita a pensar que el Real Valladolid, empujado por los tropezones de Almería, Getafe y compañía, sabrá competir y salvar los muebles.
Tony Phoenix-Morrison, un inglés nacido en la localidad de Hebburn, recorrió más de 5.000 kilómetros a trote con un frigórico de unos cuarenta kilos a su espalda. Sufrió mucho hasta que consiguió quitarse el lastre y completar la distancia. Al Valladolid le sucede algo parecido. Muchos meses caminando por el desierto con el peso del dulce pasado amenazando con dejar de rodillas y en segunda a un equipo confeccionado para algo más que sufrir.
Quizá sea recomendable no mira hacia atrás y no preguntar en qué momento y por qué se torció todo. Por qué Óscar ha estado meses sin jugar y semanas tirado a la izquierda. Por qué un día dos delanteros y otro día uno solo. Por qué Víctor Pérez pasó de la grada al campo y Bergdich apareció un día en el once sin hacer ruido. Para el análisis habrá tiempo en junio, con el calor apretando, las agencias de viajes explotando las ofertas y Benidorm hablando el idioma de Merkel.
Ahora es momento de remar y creer, que son los dos únicos verbos que siempre se conjugan a la vez cuando la soga aprieta y la clasificación asusta. El «sí se puede» de los estadios, que no es más que una suma entre el cántico de todos y la esperanza que ofrecen las matemáticas. Remar y creer.
Celta y Betis fuera, Espanyol, Real Madrid y Granada en casa. Cinco partidos para que una temporada extraña acabe en susto pasajero y no en pesadilla. Que la única dolorosa resaca que haya en esta ciudad en junio sea tras la noche de San Juan y no tenga que ver con el fútbol.
Nadie quiere perderse a Xavi hablando como un jardinero, a Simeone quejándose de los presupuestos como si llegase a fin de mes con queso en lonchas y dos cervezas en el frigorífico, a Iker Casillas filtrando o a Del Nido disfrutando como un condenado del crecimiento de ‘su’ Sevilla. Porque, siendo sinceros y pese a lo que se sufre, estar en Primera División es muy divertido.
#creemos