El año pasado fue el polémico teutón quien, con su excelsa definición en Pamplona, sacó brillo a un partido gris y logró los tres puntos

Cuatro de noviembre de 2013, el Real Valladolid afrontaba un partido complicado ante el Osasuna de José Luis Mendilibar, quien ya por entonces estaba cuestionado. Se presuponía un partido feo, de poco fútbol. Equipo rocoso, como tópico, en un campo siempre incómodo.
El partido discurrió por los derroteros pronosticados. El choque, que apenas aparentó ser fútbol, podría acabar, sin extrañeza alguna, en un tedioso cero a cero, salvo que se transgrediera la norma. Ebert, rebelde sin causa, lo hizo.
Antes de ello, fue Dani Hernández quien salvó al Real Valladolid con una determinante intervención a remate de Kike Sola. Salvados de momento, dirían para sí los jugadores blanquivioleta, todos salvo Patrick Ebert. El alemán, en su pelea con el mundo, no se conformó con el empate, y en una inusual contra, firmaba un tanto recordado por mucho tiempo.
Tras una contra de tiralíneas, el díscolo ‘Ebi’ se plantó solo ante Andrés Fernández, y con la sangre helada definió de manera espléndida con una vaselina magistral. Minuto 83, el Real Valladolid lograba marcar de manera increíble para llevarse los tres puntos.
Ese gol, ese partido, fue ejemplo de aquello que parece aún más claro hoy que ayer: el Real Valladolid con Ebert, es otro. 35 puntos fueron los que el equipo pucelano sumó cuando el alemán disputó minutos. El año pasado, en Pamplona, fue él. ¿Será alguien este viernes?
Óscar, es tu turno
La calidad, simplemente la calidad individual de un jugador fue lo que determinó que el Real Valladolid se llevara los tres puntos el año pasado en El Sadar. Ebert ya no está, ¿a quién nos encomendaremos ahora para lograr la machada? La lógica impone que volvamos a tornar la mirada hacia la calidad, y ahí aparece Óscar González.
Sin embargo, con la intención no basta, y hasta este domingo, Óscar ha estado más allá que acá. Y últimamente, más en banda izquierda que en la media punta.
Deber ser él quien actúe como faro del equipo de Juan Ignacio Martínez este viernes. Debe aparecer, debe ejercer de capitán y referencia, pero, sobre todo, de jugador excelso, al menos en esta medianía pucelana. Sabemos que si aparece, el Real Valladolid encuentra el camino, y al menos, si contra Osasuna no lo hace, que al menos destelle fugazmente en un momento mágico, propio de él, y que con su acción, logre llevar los tres puntos hasta Zorrilla, como ya el año pasado hizo Patrick Ebert.