Djukic no; Pizzi sí. El serbio no fue capaz de ganarse la confianza y el respeto de sus jugadores durante su estancia en el Valencia, mientras que el argentino lo ha logrado nada más llegar
«Vengo a despertar a un gigante dormido». Esas fueron las palabras que pronunció Miroslav Djukic el día de su presentación. El día que regresó a casa, su casa. El serbio abandonó el navío del Real Valladolid para embarcarse en un barco más grande. Un buque de guerra llamado Valencia al cual no consiguió ni desperezar.
Un barco que zozobró demasiado pronto. «En mi equipo no quiero conformistas», dijo en pretemporada, palabras que pronto hicieron mella en los jugadores y en el rendimiento de estos. No habían pasado ni dos jornadas de liga cuando Djukic cargó contra su equipo.
Tras salir humillados de Cornellà-El Prat, cayeron derrotados por tres goles a uno, el técnico declaró en rueda de prensa que se sentía avergonzado. «Igual nos pensamos que somos estrellas y lo que tenemos que hacer es ponernos a trabajar», sentenció el serbio.
«No habla a la cara»
Palabras duras. Cualquiera que las lea puede interpretar que a una persona se le está llamando falso. Pues bien, hasta tres jugadores del Valencia reconocieron abiertamente que Miroslav Djukic es un entrenador que no habla directamente a sus jugadores.
El primero en cargar contra el serbio fue Jérémy Mathieu, que achacó la falta de actitud del equipo a la poca capacidad de liderazgo del entrenador del Valencia en aquellos momentos. «No manda mucho y los jugadores tienen la cabeza en otro sitio», aseveró el defensa galo.
Adil Rami también se despachó a gusto en una entrevista a la Cadena Ser Valencia en la que reconoció que su relación con Djukic no era buena y le culpó de estancar su carrera. «Me dijo que podía ser uno de los mejores centrales de Europa y no me lo demuestra». Las palabras del francés no quedaron ahí, e incluso llegó a acusar a sus propios compañeros de «pelotas».
Ricardo Costa, con Djukic ya destituido, también se sumó a la fiesta y criticó en rueda de prensa los métodos de trabajo impuestos por el serbio. «No nos exigía lo suficiente», afirmó el portugués dando a entender que el almirante era un hombre complaciente al que todo le parecía bien, si bien ellos no eran quienes para «dictar al entrenador».
Tras hacer el ridículo en el Vicente Calderón ante el Atlético de Madrid, y con jugadores y afición en contra, el entrenador que llegó por unanimidad al Valencia fue echado, un dieciséis de diciembre de 2013, con el mismo consenso con el que aterrizó en la capital del Turia allá por el mes de julio. Seis meses en los que ha tenido que convivir con un vestuario que no le entendía y que él no comprendía.
Y entonces llegó él, el adorado Pizzi
No todas las relaciones son iguales. La de Juan Antonio Pizzi desde su llegada al Valencia ha sido perfecta. Directiva y jugadores, especialmente estos últimos, se han mostrado encantados con que el sustituto de Djukic fuera el argentino.
«Ahora tenemos un equipo de verdad». Mathieu, que siempre se ha mostrado en total desacuerdo con el técnico serbio, se muestra así de convincente cada vez que le preguntan por Pizzi. Las palabras del francés son extensibles al resto de la plantilla che que desde la llegada del argentino encara los partidos con una perspectiva distinta a como lo hacían con Djukic.
Si anteriormente Ricardo Costa se quejaba de la pasividad del serbio en los entrenamientos, con el argentino se muestra radiante. «Tiene métodos de trabajo muy buenos, mucha alegría y muchas ganas». El mexicano Andrés Guardado, antes de irse, respaldó las palabras de su compañero: «Nos hemos adaptado muy bien a su forma de trabajar». Ambos coincidieron en la pasión y las ganas que le pone Pizzi y que eso es importante ya que se lo transmite a ellos cada día.
Que los jugadores del Valencia ‘le hicieron la cama’ a Djukic, aunque él haya reconocido públicamente que no cree que unos profesionales como son los jugadores del Valencia se presten a este tipo de cosas, parece evidente. El conjunto che en manos del serbio no carburaba mientras que ahora, con el de Santa Fe al frente, ha mejorado ligeramente la imagen mostrada anteriormente.
La comunicación entre entrenador y plantilla ha sido el punto de inflexión en ambas relaciones. La dupla Djukic-Valencia no ha funcionado por falta de esta mientras que la de Pizzi, aparentemente, sí está cuajando por el buen entendimiento que hay entre el argentino y sus jugadores.