El Real Valladolid vuelve a su senda habitual esta temporada y cae con estrépito en Sevilla por culpa de múltiples errores

Servidor comienza a acostumbrarse a escribir su pieza postpartido siempre en el mismo tono quejumbroso. Significativamente, lo peor no es que el Real Valladolid vuelve a dar un paso hacia atrás tras haber asomado la cabeza fuera del descenso, sino que jornada tras jornada volvemos a autogenerarnos las mismas ilusiones, para después caer gracias a los mismos defectos.
La jornada ‘milagro’ anterior parecía dejar entrever la luz al final del túnel, o al menos luz. Sin embargo, nos hemos vuelto a velar la salida. Cuando peor parecen estar las cosas, damos la campanada, pero, en cambio, no somos capaces de dar un verdadero golpe de autoridad sobre la clasificación ganando dos partidos seguidos.
Con respecto a lo acontecido en el Sánchez Pizjuán cabe decir que el equipo de Juan Ignacio Martínez volvió a ofrecer su ‘cara B’, esa que mayoritariamente suena en el cassete pucelano.
El desastre mayúsculo lo protagonizó Lluís Sastre, al cometer el penalti innecesario de la jornada. En un alarde de desmedida impetuosidad, arrolló a Marko Marin dentro del área, y el árbitro cobró el penal. Rakitic no falló y el partido empezó a ponerse muy cuesta arriba para el Real Valladolid.
Una de las más destacadas negligencias del encuentro la protagonizó el colegiado Velasco Carballo tras un desastre de saque de puerta de Diego Mariño. El vigués puso precipitadamente la pelota en juego con el 2-0 en contra, lo que propició una ocasión clarísima para el Sevilla CF por banda derecha que acabaría con un centro acertadamente cortado por Mitrovic con el torso, pero que el árbitro entendió como mano en un alarde de nula visión físico-futbolística, con lo que Gameiro hizo el tercero.
En el tedioso festival pucelano, Berdigch se marcó un auténtico desmarque defensivo para dejar entrar a Diogo como Pedro por su casa por banda derecha y que este hiciera el 4-0.
Ante cualquier juicio imparcial, estas ya serían razones más que de sobra para calificar el partido del Real Valladolid como un despropósito, pero quedaba lo más irrisorio. Curiosamente, el gol de la honra –esa que no se sabe de dónde viene- conlleva una reflexión más grave de lo que pudiera parecer.
Javi Guerra, con trece tantos, no es capaz de hacer salir al Real Valladolid de los puestos de descenso. Siendo sinceros, esa lectura sería una negligencia por mi parte. El desastre real es que un equipo como el Real Valladolid, con un delantero como Javi Guerra, con trece goles en su haber, no es capaz de eludir el descenso.